DJ Diplo durante su fiesta. | DJ Diplo - Instagram

Lo peor de Ibiza no es, ni por asomo, la saturación turística. Ojalá. Lo peor con diferencia es que estamos colapsados de cretinos. Entre chefs que salan en exceso la comida y pinchadiscos que se creen que pueden hacer lo que les da la gana y torturar con su «música» (madre mía, a lo que hemos llegado) a todos los que estaban en el mirador de Cala d’Hort y querían disfrutar pacíficamente y en silencio de la puesta de sol viendo es Vedrà, no damos abasto. El tal DJ Diplo organizó una sesión musical, con perdón, en Sant Josep, y convocó a sus seguidores por sus redes sociales, porque a él le dio la gana; sin encomendarse ni pedir autorización a nadie. Sólo un cretino integral haría algo así. Alguien muy pagado de sí mismo, a quien el prójimo le importa entre poco y nada; o aún peor, que presupone que la isla es enteramente suya y que aún habría que agradecerle que exhiba su ‘talento’ musical en público y sin cobrar. El desprecio hacia las leyes que rigen el funcionamiento de nuestra sociedad es total. No merece la pena resaltar que se trata de un área natural protegida, famosa por su belleza y su valor ecológico. A DJ Diplodocus, todo eso le trae al pairo. Le estamos haciendo la promoción gratis, pero confiemos en que las autoridades le pasen una factura que le disuada a él y a otros cretinos como él, de volver a maltratar a otras personas con lo que pincha. No tengo nada en contra de Jamaica, pero le invito a volverse allí, donde disfruta de una brutal mansión en una gran finca con caballos, pobrecitos, y pinchar sus mp3 hasta que se harte, pero lejos de es Vedrà y de Ibiza, donde no le tengamos que soportar, te guste o no te guste, porque a él se le pone por montera. Leo que puede ser sancionado con hasta 100.000 euros. Pocos me parecen, la verdad. El cretino no dejará de serlo, pero al menos se guardará de volverlo a hacer.