Los socialistas de Ibiza han convocado un congreso extraordinario para el día 20 de julio, precedido de unas primarias para escoger a toda prisa a quien habrá de liderar la formación tras el liderazgo (es un decir) de quien ha dejado el partido en sus peores momentos y listo para el arrastre: Josep Marí Ribas ‘Agustinet’.

La FSE-PSOE ha tocado fondo. En su despedida, el exalcalde de Sant Josep presumía de «este latido dentro del corazón, este latido socialista». Si aquella palpitación un día, desde luego lejano, fue fuerte e impetuoso, ahora se muestra débil, insuficiente y claramente geriátrico. Incluso con un marcapasos interno, la Federació Socialista d’Eivissa languidece en la irrelevancia política e institucional, falta de ideas, de liderazgo y lamentablemente, también de relevo.

Las fotos del Comité Insular son un concurso de mamuts. Ver a ‘Agustinet’ flanqueado y aplaudido por Pilar Costa y la mallorquina Mercedes Garrido nos muestra a un PSOE ibicenco caduco y agotado, como Pep Marí. También ellas deberían marcharse a su casa, porque son el pasado del socialismo balear, pero ahí están, resistiendo como jabatas, pero sin absolutamente nada que ofrecer a la ciudadanía, que las tiene muy caladas desde hace tiempo. Es lo que tiene dedicarse toda la santa vida a la política.

‘Agustinet’ no se va con la satisfacción del deber cumplido, sino orgulloso de los cargos que ha desempeñado, tanto a nivel insular, autonómico y local. Pero deja el partido como un solar. No gobiernan en ningún lado. En Ibiza la ciudadanía los quiere cuanto más lejos del poder, mejor. Y así seguirá siendo durante años, aunque nadie puede negar que la marcha del actual jefe de la oposición en el Consell d’Eivissa es una mala noticia para el PP.

Mari Ribas ha resultado ser una bendición del cielo para los ‘populares’. Ver al principal partido de izquierdas comandado (es un decir) por un maduro hombre blanco cisgénero heterosexual casado y de clase media alta, servía, por sí solo, para alejar al electorado como de un incendio. Y si a eso se suma que los socialistas fueron tan insensibles como para no presentar ni una sola mujer como candidata a alcaldesa en toda la isla de Ibiza, pues apaga y vámonos. Ofreciendo la imagen de la UCD de finales de los 80, es muy difícil ganar unas elecciones.

Pero nada garantiza que lo que venga tras ‘Agustinet’ sea mejor. En primer lugar, porque al frente del Grupo (mejor sería llamarlo grupillo) Socialista en el Consell se quedará Elena López, una mujer de contrastada ineptitud y aún mayor sectarismo. Y ese grupillo se verá muy perjudicado por la incorporación de otro dechado de virtudes políticas y humanas, como Aída Alcaraz, cuya incompetencia y superficialidad todavía se recuerdan en su pueblo, Sant Antoni de Portmany, lo que explica la mayoría absoluta con la que gobierna el PP de Marcos Serra Colomar. Recuerden la Ley de Murphy: «Todo lo que pueda salir mal, saldrá mal».

Además, la aventajada discípula de ‘Agustinet’, Milena Herrera, le avisa en la red social X que «no te dejaremos ir muy lejos y lo sabes. Eres y serás un referente socialista (…)». Una advertencia que no vaticina nada bueno y que incorpora un encomio que suena a súplica que la sitúa como aspirante a la sucesión. Apunta maneras y le sobra docilidad interna, radicalidad ideológica y gran capacidad de memoria para repetir como una cotorra el argumentario de Ferraz. Vamos, la perfecta sucesora. Aunque si yo fuese militante socialista, me inclinaría por Antonio Lorenzo, que por su desfachatez sin límites reúne más y mejores cualidades para ser el próximo secretario general de los socialistas. Sólo a alguien al que pillaron conduciendo borracho, puede estar todo el santo día hablando de turismo de borrachera. ¡La que tenía él cuando lo cazaron los municipales de Sant Antoni!

La lideresa en la distancia de los socialistas de Baleares, Francina Armengol, dice que ‘Agustinet’ ha liderado la FSE-PSOE «con la tenacidad que requiere querer transformar tu tierra a mejor. Has marcado camino y seguirá siendo un ejemplo a seguir para todos y todas». Claro, qué va a decir ella. No le iba a decir: «Bon vent i barca nova!». Ya se lo digo yo.