Esta semana va a ser importante en el Proceso de Paz anunciado por el presidente Llorenç Córdoba y los consellers de Sa Unió. Después de medio año de inexplicables ataques, en muchos casos torticeros, se ha acabado imponiendo – de momento – el sentido común, presumo que bajo la batuta de Marga Prohens, que debe estar cansada de observar los peligrosos juegos de los representantes públicos escogidos en las urnas para defender los intereses de Formentera.

La declaración de intenciones de ambas partes, abre una pequeña brecha a la esperanza: quedan tres años de legislatura insostenible si no se cambiaban las cosas. Pero el runrún que se escucha en las calles de la isla es poco optimista ante este giro radical de guion. Para llegar a acuerdos es imprescindible la confianza y mucho me temo que está más que mermada entre todos los actores de este conflicto, después de todas las barbaridades dichas y hechas.

La política es el espacio en el que los diferentes actores de la vida social concurren con sus intereses y propósitos en busca del bien común, para proporcionar aquellas condiciones de vida que les permitan a las personas y a las instituciones su más pleno desarrollo. Ese es un punto de partida indiscutible y, en toda esta crisis absurda, el bien común ha sido el gran olvidado de forma escandalosa. Para que las partes enfrentadas a sangre y fuego en los últimos meses alcancen acuerdos, es necesario un pragmatismo, que ha brillado por su ausencia y sin éste no habrá negociación que llegue a buen puerto.

Y también serán imprescindibles los sacrificios y las renuncias para alcanzar consensos. Estaremos atentos y esperanzados por el bien de la isla y de sus ciudadanos que esperan desde hace tiempo un ejercicio de responsabilidad.