Francina Armengol, imagen de archivo

La política está llena de contradicciones y lo que hoy es blanco, mañana puede ser negro o rojo o violeta. Este es el caso del veto de Francina Armengol, presidenta del Congreso y los representantes del órgano rector de la Cámara, a la propuesta de enmienda de la constitución para que Formentera tenga un senador propio.
El diputado de Sumar Més, Vicenç Vidal, pretendía aprovechar el cambio en la carta magna para eliminar el concepto de disminuido y cambiarlo por el de persona con discapacidad para incluir también la retirada del guión entre Ibiza-Formentera y sustituirlo por una coma ya que desde 2007 Formentera tiene Consell propio y, por tanto, debe tener también circunscripción propia en la cámara de representación territorial.

Pues va a ser que no: Formentera se ha quedado en este caso disminuida con respecto al resto de territorios insulares que todos tienen a su senador para defender sus intereses.
La misma Francina Armengol que ahora ha impedido la votación de esta enmienda es la que en 2018 aprobó por unanimidad defender en el congreso el senador para Formentera cuando era presidenta del Govern balear. Decisión contradictoria de la expresidenta que hasta hace poco presumía de su especial atención a la isla del sur, declarando en campaña que la había estado mimando con todas sus fuerzas para colmarla de bienestar. Cómo ha cambiado el cuento.

También el pleno del Consell de Formentera aprobó por unanimidad la creación de un nuevo senador. Vamos, que todo el mundo está de acuerdo menos Armengol y compañía, que ahora parece que tienen otros intereses que defender. También es verdad que no sé si lo de tener senador propio cambiaría mucho las cosas, teniendo en cuenta la poca o nula influencia de esta cámara en la vida de las personas. Pero ese es otro debate.