El psicópata pretende poner una camisa de fuerza a toda España. Es un caso fascinante desde el punto de vista del loquero, pero de una vulgaridad extrema en cuanto al estilo. Al mismo tiempo que ordenan gasear las protestas a la melé, demonizan las manifestaciones, politizan la justicia ad nauseam, exilian al que opina diferente, ningunean al partido ganador de las elecciones y pactan con los enemigos de la Constitución, etcétera, el autócrata, Peter Repelús Sánchez, que es más cursi que un repollo, más falso que un pícaro alumbrado de secta histérica, predica con voz de meapilas seminarista mientras lee soporíferos folios.
Tal vez su intención sea anestesiar a la sociedad española, dormirla. En eso del sueño o la pesadilla debe ser todo un experto, pues ya dijo in illo tempore (cuando según la Calvo «era otra persona») eso de que no podría dormir si pactaba con Podemos; y ahora marcha cual sonado sonámbulo a pactar con el resto. Naturalmente era una mentira más, vamos, un cambio de opinión, una nueva persona en un ser multipolar cuyo único objetivo fijo es permanecer en el poder, da igual el precio. ¿Es que se le aparece Franco por las noches?
Lo digo porque el mayor mentiroso del Reino ha cogido gusto a eso de dictar su voluntad. El poder corrompe, sin duda, pero este presidente espectral venía ya sobradamente preparado para ello. ¿Tiene el putrefacto algún retrato escondido a la Dorian Grey? Tal vez esté en Waterloo, en el Sáhara, en algún embalaje de la asaltada Caja Madrid… ¿quién sabe? Si tal retrato existe llevará por divisa la prédica hachassini: Nada es verdad, todo está permitido.
Camisa de fuerza
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