Desde Formentera, la pitiusa menor, también se hacen valoraciones de la temporada turística, ahora que llega a su fin. Interesante y digna de analizar detenidamente, resulta la realizada por el presidente de la Asociación Hotelera de Formentera. Según se desprende de sus declaraciones, la temporada ha sido «correcta» y por lo tanto muy parecida a la de 2022, con altibajos en algunos meses.
Esta frase como resumen del verano podría parecer acertada y lógica, temporada buena pero sin alardes. Ahora bien, si tenemos en cuenta otras manifestaciones realizadas por la misma persona a principios de la temporada, enlazándolas con ciertas afirmaciones realizadas ahora cabe decir que como mínimo resultan chocantes, incluso diría que no exentas de riesgo para el conjunto de la isla.
Según afirma el presidente de los hoteleros, la problemática de Formentera en cuanto al turismo se centra básicamente en dos cuestiones. La primera gira en torno a la inestabilidad durante los meses anteriores y posteriores a julio y agosto, en los que el turismo es poco estable, según su análisis; mientras que la segunda gira sobre la necesidad de ampliación de la oferta de ocio nocturno en la isla.
Vamos por partes. En cuanto a la voluntad de mejorar los ratios de visitantes en los meses de inicio y final de la temporada no es esa una aspiración solo del sector en Formentera, ya que se trata de buscar la fórmula mágica por parte del sector en general, también en Eivissa, que permita recuperar la antigua y soñada temporada turística de seis meses. Para ello será imprescindible que todos, absolutamente todos los sectores implicados, se pongan de acuerdo y sean capaces de articular una oferta que también resulte atractiva para determinados sectores en esos meses de una menor demanda que la que se da en julio y agosto.
Sin embargo, es la segunda cuestión planteada la que desde mi modesto punto de vista resulta más peligrosa. Según Juanma Costa, y supongo que como presidente del sector hablará también en nombre del resto de hoteleros de Formentera, la isla se ha convertido en un destino turístico aburrido. En el más estricto sentido de la frase en cuestión se podría deducir que hace algún tiempo la isla era puro jolgorio y diversión, mientras que de un tiempo a esta parte ha pasado a ser todo lo contrario.
La queja pasa por reclamar mayor oferta de ocio nocturno ya que según se afirma por parte del sector hotelero no hay lugares en la isla donde se pueda tomar una copa y escuchar música después de cenar. Llegando a afirmar el propio Costa que quien quiera hacer algo así no tiene más remedio que desplazarse a Eivissa para disfrutar de alguno de esos lugares de ocio. Afirma también que Formentera debe definir su propio modelo turístico que permita establecer la estrategia turística de aquí en adelante.
No creo equivocarme mucho si afirmo que el modelo turístico a partir del que se ha venido trabajando hasta la fecha, independientemente del color político de los gobernantes de turno, no debe de haber sido tan malo, si tenemos en cuenta el prestigio como destino turístico que a día de hoy tiene la isla. Otra de las frases polémicas es que «Formentera no es un destino caro», argumentando para ello que la maravillosa naturaleza que ofrece la isla y sus magnificas y únicas playas tienen un alto valor por el que es preciso pagar.
Ese valor de la naturaleza y de las playas de la islaha existido siempreno lo han inventado los hoteleros. Lo que si hacen, tanto los hoteleros como el resto de la oferta complementaria es fijar mayoritariamente unos precios desorbitados que cada vez están al alcance de menos visitantes. No parece que se hayan enterado de la principal queja expresada por esos visitantes cuando son preguntados y que sistemáticamente se centra en los elevadísimos precios y en el desfase que perciben en cuanto a la calidad-precio. Pero lo peor es que el sector no quiera reconocer que con ello a quien le están complicando mucho las cosas no es tanto a los turistas, como a los propios residentes, quienes también se ven sometidos a esos precios abusivos y durante todo el año.
Contradictorio resulta, por otra parte, la propuesta de mayor oferta de ocio. Parece que no quieran darse cuenta que los valores territoriales y ambientales de Formentera se podrían poner en peligro si acaban convirtiéndola en el mismo modelo de ocio nocturno que tiene Eivissa. Formentera no puede perder su esencia como isla tranquila de la que poder disfrutar. No se pueden destruir los valores que hasta ahora la han hecho diferente de la pitiusa mayor. Sin necesidad de grandes centros de ocio nocturno que alteren la tranquilidad que sus noches pueden aportar, ni de mastodónticos beach clubs ocupando sus paradisíacas playas ya se producen demasiados atascos de vehículos y aglomeraciones de gente en determinados puntos.
Que la avaricia no vaya a romper el saco, que la calidad no tiene por que ir necesariamente ligada a precios abusivos. La isla en sí misma es la gallina de los huevos de oro: no la destruyan.
Hay cambios de alto riesgo
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