R esulta, cuanto menos, curioso y, por tanto, digno de estudio, cómo es posible que, desde principios de agosto, la práctica totalidad de los debates televisivos y los titulares de la prensa se hayan centrado únicamente en dos temas, cuya relevancia para el conjunto de los españoles es mínima, por no decir nula. Y que, al mismo tiempo, se hayan silenciado o tratado de forma tangencial otros muchos que sí nos afectan en nuestro cotidiano día a día.
La primera de estas noticias, comentada hasta la saciedad, fue el presunto (sí, presunto, porque todavía ni se ha celebrado un juicio ni, por tanto, ha recaído sentencia) homicidio cometido en Tailandia por un tal Daniel Sancho, hijo del actor Rodolfo Sancho, y que, hasta este verano, pocos sabían de su existencia. Porque la verdad es que, salvo los documentales de la 2, que siempre nos salvan durante el período estival, en el resto de cadenas de televisión no había más que tertulias, debates, entrevistas y monólogos sobre la citada materia. Programas en los que, cada día, se hablaba de la «última hora» del caso, de la última diligencia policial practicada o incluso, los más osados, muchos sin conocimientos jurídicos o con conocimientos jurídicos deficientes, lo cual viene a ser lo mismo, sobre el Código Penal tailandés o el funcionamiento del sistema judicial de dicho país. ‘Expertos' sin experiencia o, como solía decirse antaño, aprendices en todo y maestros en nada, que no dudan en saltar al ruedo para lidiar lo mismo un toro que una oveja churra.
Pero llegó un momento en el que, a pesar de los estiramientos de chicle merecedores de un hueco en el libro Guinness, la noticia no dio para más. De modo que, de forma urgente, hubo que buscar otra. Manos a la obra, pues. A la caza de la irrelevancia, que no es tarea fácil.
Entonces ocurrió lo inesperado. La final del mundial de fútbol femenino, en el que el equipo español se hizo con la victoria. Maravillosa noticia para algunos, entre los que no me incluyo, ya que el fútbol, sea masculino, femenino o neutro, al igual que el baloncesto, el tenis o la petanca, me resultan indiferentes. Y, durante la celebración, un presunto (sí, presunto, porque todavía ni se ha celebrado un juicio ni, por tanto, ha recaído sentencia) beso no consentido que presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, dio a la futbolista Jennifer Hermoso.
Fue el 20 de agosto. Y desde esa tarde, Sancho dejó de existir. Y las tertulias, debates, entrevistas y monólogos empezaron a versar sólo sobre el citado beso. Los mismos «expertos» que, una semana antes, compartían su punto de vista sobre la política criminal tailandesa, cambiaron radicalmente el objeto de su pericia y, de un día para otro, ya habían aprendido todo lo que puede uno saber sobre la nueva regulación de la agresión sexual en el Código Penal español.
Y así hasta hoy, mediados de septiembre, en el que la preocupación más grande de la sociedad española, según los medios de comunicación, es un presunto beso no consentido. Un «crimen atroz» que ha motivado decenas de concentraciones en plazas y puertas de ayuntamientos en todo el estado, que han sido convocadas para mostrar la indignación del pueblo por el «horror» presenciado.
Eso sí, mientras tanto, violadores excarcelados por la llamada ‘Ley del sí es sí', cuyos iletrados redactores aún continúan elaborando textos legislativos, han tratado de cometer nuevas agresiones sexuales, violaciones de verdad, provocando el miedo fundado de nuestras hijas a salir solas a la calle. Y ni una concentración por esto.
Y mientras tanto, el precio del aceite de oliva ha subido tanto que la mayoría de las familias españolas han tenido que recurrir a otras alternativas, entre las cuales se encuentra la nada saludable manteca de cerdo.
Y mientras tanto, el Euribor sigue subiendo, provocando que los ciudadanos con hipotecas variables, que son muchos, no puedan hacer frente a las cuotas resultantes de las nuevas actualizaciones y que, en consecuencia, deban destinar la mayor parte de sus ingresos, en detrimento de su alimentación y la de su familia, al pago del préstamo.
Y mientras tanto, la sanidad y la educación pública, competencia del Estado o de las Comunidades Autónomas, según el caso, se deteriora, socavando los cimientos del Estado social al que se refiere el artículo primero de nuestra Constitución.
Ahora bien, después de más de un mes de bombardeo, todos sabemos quién es Rodolfo Sancho, Luis Rubiales y Jennifer Hermoso. Continúa, pues, el circo. Un circo sin pan, porque, como el aceite y el resto de la lista de la compra, es cada vez más caro y escaso.
España, circenses sine pane.
Tras la cortina de humo
17/09/23 0:31
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