El alcalde de Vila, Rafa Ruiz, en una imagen de archivo.

La jueza que instruye el ‘caso Puertos' ha imputado a Rafa Ruiz. Martina Mora ha destrozado por completo la campaña de los socialistas ibicencos que basaba sus aspiraciones exclusivamente en el desgaste que pudieran obtener de disparar contra Vicent Marí. Su única bala consistía en reiterar hasta la saciedad el supuesto escándalo que representaba tener un presidente imputado. Ahora, con un alcalde de Vila imputado, toda la ristra de socialistas que salieron en pie de guerra contra Marí han vuelto a la cueva y reina un silencio tenso.

Algunos valientes han salido a defender la hazaña de Ruiz y a reivindicar su presunción de inocencia, ese principio constitucional que sólo recuerdan cuando imputan o condenan en primera instancia a alguno de los suyos. Sin proyecto y con media plantilla de candidatos desgastados o salpicados por escándalos de toda índole, Agustinet necesita un milagro para invertir en poco más de un mes una tendencia que presagia cuatro años más de PP.

Pase lo que pase, los socialistas son siempre inocentes y su código ético es papel mojado. El hecho de resultar imputados o abrirse juicio oral contra ellos no impide que sigan amarrados a la poltrona porque en su escala de valores pesa más el sueldo que la dignidad.

Todos deberían abandonar el fango en el que se revuelcan y centrarse en ofrecer un proyecto creíble con medidas concretas para proyectar en una eventual acción de gobierno. La gente ya no cree en soluciones utópicas y milagrosas al problema de la vivienda, la sanidad o el turismo de masas. Es necesario que dejen de tratar al votante como un indigente intelectual y empiecen a ponerse a la altura de lo que el cometido que asumen les exige. En política nadie es imprescindible, por mucho que algún iluso se engañe.