Ramos de flores en el monumento a las víctimas del 11-M durante uno de los actos ‘11-M In Memoriam’ organizado por la Asociación 11-M Afectados del Terrorismo’, en la estación de tren de El Pozo. | Jesús Hellín - Europa Press - Archivo
Han pasado 19 años. Todos recordamos donde estábamos cuando recibimos la noticia de los atentados en los trenes. Aquel día, a todos nos cambió la vida sin ser conscientes de ello. La solidaridad que mostró la ciudadanía no se había visto antes. Los hospitales se llenaron de donantes, los taxistas trasladaban a los heridos, todo el mundo quería ayudar. La sociedad sufrió una profunda herida. Sintió como propia cada una de las víctimas y se dio cuenta de que cualquiera de nosotros o de nuestros familiares pudo ir en aquellos trenes. Y enseguida, las mentiras. La política lo envenenó todo con los muertos todavía calientes. Muchas mentiras del gobierno de Aznar y algunos medios de comunicación empeñados en culpar o involucrar a ETA en la masacre. Muy pocos lo creyeron y por eso perdieron las elecciones.
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Los atentados yihadistas cometidos el 11 marzo 2004, tres días antes de las Elecciones Generales, desataron en España un terremoto político cuyas consecuencias aún perduran. Los cuatro o cinco principios básicos, que sustentaban el espíritu de concordia desde que se inició la “transición” en los años 70, desaparecieron a partir de estos atentados. PSOE y PP utilizaron los atentados según sus intereses, con el consiguiente advenimiento de Zapatero. El gobierno se precipitó con un telegrama a embajadas y organismos internacionales el mismo día 11, a las 17:30 hrs., acusando a la banda criminal ETA como autora de los atentados. Este fue el origen y causa de la manipulación mediática que vino después. Pedro J Ramírez, Casimiro García Abadillo y Federico Jiménez Losantos, con mentiras y medias verdades, acusaron a policías, jueces y fiscales de conspirar para encubrir a terroristas (por ejemplo, "Informe ácido bórico", 2006). Con sus “teorías de la conspiración del 11 M”, ignoraron y despreciaron las sentencias de Audiencia Nacional (2007) y Tribunal Supremo (2008). Con su mala praxis periodística dividieron a las victimas y causaron la crispación social y política cuyas secuelas aún están presentes. Aún, en junio de 2009, estos periodistas seguían insistiendo en la autoría de la banda criminal ETA con la promoción del libro "Titadyn" (nombre de dinamita utilizada por ETA). Casimiro García Abadillo lo prologó con una extensa recopilación de las “teorías” y las especulaciones que ellos habían inventado y difundido. Nunca debió de darse esta situación. Los TEDAX, dos horas después de las explosiones, 10:00 horas del mismo día 11, antes de neutralizar dos bombas que no explosionaron (Atocha y El Pozo), observaron que la sustancia explosiva era de color blanco. No de color rojo como la dinamita Titadyn utilizaba ETA. Datos comunicados inmediatamente a las autoridades policiales. Así consta en página 30 y en documento oficial nº 5 del anexo del libro "Las Bombas del 11-M. Relato de los hechos en primera persona". (Amazon 2014) del que fuera jefe de los TEDAX, comisario Juan Jesús Sánchez Manzano. Acceso gratuito biblioteca universitaria Dialnet. En el 2022 se estrenaron dos documentales, una en Netflix, “11 M (2022)” y otra en Amazon, “Desafío: El 11 M”. Ambas muy interesantes e ilustrativas con la intervención de los protagonistas, victimas, jueces, fiscales, policías, bomberos, servicios sanitarios, periodistas, políticos, ....