A día de hoy, nadie puede dudar que nuestra economía y por tanto nuestro modo de vida, en especial en las Pitiusas, gira inevitablemente en torno al turismo. Es precisamente por ello que debemos trabajar desde los organismos que tengan competencias para ello por mantener esa actividad que es nuestra principal fuente de ingresos. Para ello resulta imprescindible mantener la estabilidad de esta, para nosotros, fundamental actividad.
Y en esa línea pretendí enfocar mi articulo del pasado 23 de octubre, pero parece que no todo el mundo lo entendió así. Concretamente la Asociación de Viviendas Turísticas (AVAT), con su presidente, el señor San Esteban a la cabeza, quien calificó mi artículo como «un ataque totalmente improcedente e injusto» a la asociación que preside, no sin antes acusarme de escribir sin estar informado. Pues bien, vamos por partes en el catálogo de medias verdades, incongruencias y contradicciones que contiene su artículo en el que me acusa de maltratarles verbalmente.
Acepta usted que durante la temporada estival sufrimos una masificación, con aglomeraciones de gente en muchos sitios, con un exceso de vehículos sobre nuestras carreteras que provocan constantes atascos y, que consecuencia directa de ello es la mayor necesidad de agua y energía. Y todo ello usted lo define como «la sobreexplotación de la isla». Con ello se podría interpretar que se está planteando que el negocio turístico está sobredimensionado.
Pero resulta curioso que, contradiciendo estas afirmaciones que incluye en su artículo, en el reciente congreso de su Asociación celebrado en Ibiza, fuera usted mismo quien solicitara un incremento de plazas turísticas, cuantificándolas en 1.000 para la isla de Ibiza. ¿No cree que este incremento ayudará claramente a que la isla se vea todavía más sobresimensionada? Clara contradicción, señor San Esteban.
Por otro lado, en ningún momento puse en duda la legalidad de su negocio, ni los impuestos que pagan por el mismo. Sin embargo, debo decirle que me llamó la atención un comentario de su artículo que tiene un cierto tufillo clasista. Dice usted sin rubor: «Estamos en contra de los alquileres turísticos en las viviendas en edificios plurifamiliares, siempre hemos creído que esas viviendas fueron construidas para albergar a los residentes en la isla, nuestros hijos, familiares y a los trabajadores que vienen...». ¿En serio, señor San Esteban? ¿Los residentes, nuestros hijos, o los trabajadores no podemos vivir en viviendas unifamiliares? Sinceramente, tal afirmación huele muy mal.
También quisiera reseñar que la que ustedes mismos denominan life style, que tiene relación con el relax y el disfrute del tiempo en vacaciones, no siempre va relacionada con alojarse en sus viviendas vacacionales. Parece olvidar que también se alojan en sus villas turísticas muchos de los que organizan fiestas ilegales y muchos otros que con sus excesos provocan molestias a todo su entorno. Igualmente parece ridículo pretender hacer creer a cualquiera que conozca mínimamente los precios de los alquileres que se cobran en verano en nuestra isla, que los que cobran ustedes oscilan entre 50 euros y 80 euros por persona y día.
En cualquier caso, y para dejárselo claro, no creo ni dije que AVAT sea la única responsable de la sobreexplotación de la isla. Ahora bien, si partimos de la base de que las viviendas vacacionales son a día de hoy parte de la industria turística no tiene más remedio que aceptar que sí son parte del problema. Y en lo que sí me mantengo es en que si la solución a la masificación descontrolada pasa por fijar unos límites y ello comporta algún tipo de reducción de plazas la misma debería empezar indefectiblemente por las viviendas turísticas.
Señor San Esteban y la AVAT en su conjunto, la opinión es libre y desde esa libertad creo que todos tenemos derecho a interpretar la realidad tal como la vemos, les guste o no. Y vistos los desajustes que adornan su artículo y las peticiones contradictorias que se expusieron en su reciente congreso, quizás sería conveniente que el ruego de informarse mejor se lo aplicaran ustedes mismos antes de sentirse ofendidos por aquello que simplemente se ajusta a la realidad.
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