Afalta de siete meses para las elecciones municipales y autonómicas, los representantes políticos deben administrar bien sus palabras y sobre todo sus silencios.
La semana pasada, la secretaria general de GxF, Susana Labrador, puso en duda en una entrevista la imparcialidad del sistema judicial acusando a este de «hacer política, porque nos acercamos a un año electoral y ya empezamos a ver movimientos judiciales».
Estos indicios de «conspiración» contra su partido se produjeron después de la apertura de juicio oral contra el expresidente de la formación y del Consell de Formentera, Jaume Ferrer, junto a Silvia Tur y Sonia Cardona, acusados de presuntos delitos de prevaricación y contra el exgerente de la institución, Isidor Torres, por un presunto delito de falsedad en documento público en la contratación de un bombero.
Labrador también manifestó que «GxF hace muchos años que tiene juicios abiertos, con el problema que eso comporta para los encausados y la Justicia en lugar de resolver los problemas, los alarga y alarga...»
No es el primer discurso victimista de GxF. Además de cargar contra la justicia, el partido insularista lo ha hecho también contra el govern en reiteradas ocasiones, el gobierno central o la oposición, entre otros.
Lo que no hemos visto en ningún caso ha sido autocrítica. Las teorías conspirativas son muy peligrosas y pueden tener efectos muy negativos en aquellos que las defienden.
Si realmente GxF tiene claro que la justicia está obrando de mala fe contra su partido, debería denunciarlo en el juzgado, aunque en tal caso volvería a meterse en otro embrollo judicial con lo que ello supone.
Estos manotazos de ahogado son fruto de la tensión que el partido sufre internamente y esa es una mala noticia para sus votantes y para la isla.
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