Entran dentro de la lógica los enfrentamientos dialécticos entre distintas formaciones políticas a la hora de valorar la gestión de cualquier área en su ámbito de competencias. Siempre habrá cosas que desde la oposición estén convencidos de que si ellos gobernaran lo harían mejor, de la misma forma que los que gobiernan afirman sistemáticamente estar gestionando mucho mejor de lo que lo hicieron sus rivales políticos. Pero la lógica se tuerce cuando los rifirrafes y el abanico de criticas a tu rival, giran en torno a una cuestión que hace muchos años que no experimenta el menor cambio en positivo y el servicio que se viene ofreciendo sigue siendo nefasto. Y ello independientemente del partido que esté gobernando.
Las numerosas deficiencias que adornan el transporte público terrestre en nuestra isla, como son: autobuses tercermundistas, incumplimiento sistemático de los horarios programados, insuficiente información de lineas y paradas, problemática global del servicio de taxi, el incesante incremento de los taxis piratas; no son más que algunos de los puntos más visibles del auténtico desastre público que supone su gestión en nuestras islas.
Evidentemente, el enquistamiento de todos estos problemas hace que a día de hoy el único medio de transporte que los ciudadanos asumen como realmente útil, sea el vehículo privado. El resultado lo hemos vuelto a sufrir todos durante este verano, después de un respiro de dos años debido a la pandemia; de nuevo hemos visto como nuestra red viaria se colapsa y la circulación se hace insufrible. Entre tanto, últimamente hemos vuelto a asistir al cansino fuego cruzado entre los diferentes partidos acusándose mutuamente de ser los responsables directos de la precariedad y el caos en el que está inmersa la movilidad en la isla.
Visto lo visto, ni los unos ni los otros pueden alardear de lo que hayan podido hacer cuando han estado al frente de las instituciones, ya que ninguno de ellos puede presentar un balance mínimamente positivo de su gestión. Ningún partido político está en condiciones de pretender apuntarse tantos en lo que a la mejora del transporte público terrestre en nuestras islas se refiere.
Resulta penoso tener que leer que el Conseller insular de Trasportes destaque los supuestos buenos resultados contra el trasporte ilegal, cuando están saliendo taxis ilegales por todas partes, cuando estos han expandido sus puntos de negocio, cuando alardean de lo que hacen y de lo que ganan. Lo mismo viene ocurriendo con la oferta legal de taxi; también se vanagloria de grandes mejoras en este sector, cuando durante todo el verano la noticia de portada han sido las inmensas colas para coger un taxi, las sanciones a algunos de ellos por negarse a prestar servicios que consideraban poco rentables y los incesantes enfrentamientos entre Consell y Ayuntamientos. En materia de bus también es manifiesta su incapacidad para resolver una nueva adjudicación del servicio en los mas de tres años que lleva de gestión.
Por otro lado, nada reconfortante resultan las declaraciones de la oposición actual, dado que en sus años recientes al frente de la institución insular tampoco destacaron por visibles mejoras en el servicio que se prestaba. Tampoco se tuvo la capacidad de trabajar en su momento en todo lo que era necesario para afrontar el fin del contrato de concesión de transporte por carretera. Los autobuses eran los mismos que hay ahora, el colapso de la red viaria ya existía, el incumplimiento en los horarios y el desbarajuste de frecuencias también. Lo cierto y por tanto lo más triste, es que todo sigue igual; igual de mal, sin avances, sin mejoras, sin una apuesta firme y real por un transporte público digno y correcto.
La realidad es que lo más visible es la incapacidad de todos para hacer frente a la problemática. Se trata de una de esas cuestiones que se pueden denominar de Estado y que con certeza no se va a solventar con acusaciones mutuas de lo mal que lo hace tu rival. Lo que tienen que ver todos de una vez, es que el gran rival en esta competencia no es el contrincante político en nuestra isla, el rival ha sido y sigue siendo el Govern en Palma, sea del color que sea, ya que todos han actuado con el mismo desprecio hacia nuestro transporte. Y hasta que no se sepa hacer un frente común de todos nuestros diputados en el Parlament para acabar con el agravio de que todo lo que invierte el ejecutivo balear se queda en Mallorca, nada cambiará para nosotros. Falta mucha valentía por parte de todos para defender los verdaderos intereses insulares.
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