En Ibiza vamos parcheando la realidad intentando adaptarnos a los cambios que imponen los agentes externos. No tenemos ni autoridad ni autonomía para decidir qué queremos ser. La política ibicenca se sirve de la improvisación para capear los obstáculos que van surgiendo, pero detrás no hay reflexión, no hay pensamiento, no hay un criterio formado ni hay proyecto a largo plazo. Nos vamos conformando con lo que acontece, reduciendo al mínimo nuestro margen de reacción cuando el desastre sea inevitable.
Opinión
Crónica de un naufragio
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