A mediados de los años 50, se celebraba en Mónaco una boda de ensueño, en la que los protagonistas eran el príncipe Rainiero y la actriz norteamericana Grace Kelly. Comenzaba así no solo una historia personal sino, y más importante, el ascenso del pequeño principado hasta convertirse en el imperio del glamour. De la mano de Grace Kelly, Rainiero logró lo que le había pedido su amigo Aristóteles Onassis: un matrimonio que permitiera al príncipe poner Mónaco en el centro del lujo y recuperar las arcas públicas. Y lo hizo con creces.
Opinión
Rainiero y Grace
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