Que complicado ha sido el asunto de los chiringuitos de playa de Formentera. Ya sabemos que se trata de concesiones públicas, pero también es verdad que casi con toda certeza el que encargó los pliegos administrativos de esas licitaciones, si tuviera la oportunidad cambiaría las normas, una vez comprobado lo despiadado que es el mercado con las tradiciones y las esencias. ¿O no?
En cualquier caso, este verano podrán volver a montar los concesionarios, cuya concesión ya ha caducado, gracias a una «prolongación del servicio». Que perversos o mágicos pueden ser los vericuetos de la legalidad, según el lado desde el que se miren.
En octubre volveremos a hablar de las alegaciones y los recursos presentados y volverá la indignación a las redes sociales. No debemos olvidar que ya hay unos ganadores provisionales, sin tradición ni esencia, pero con pasta.
Pero de momento este verano la cervecita en los chiringuitos va a caer.
A mi, de tanto nombrarlo, me ha machacado repetidamente la cabeza el soniquete de la canción de Georgie Dann y me ha servido para darme cuenta de que se trata de un himno bizarro del erotismo popular: «Las chicas en verano, No guisan ni cocinan, Se ponen como locas, Si prueban mi sardina». Espere, que aún hay más: «Está el menú del día, conejo a la francesa, pechuga a la española, y almejas a la inglesa», y el coro: Chi-Chi-Chi-Chi.
Claro, que si tomamos como precedente el otro gran éxito de Georgie, La Barbacoa, se entiende todo: «Voy echando leña al fuego y siguiendo con el juego, cuando quieren darse cuenta, las parejas se calientan y no pueden esperar».
Por haber leído esto en el próximo guateque en el que suene Georgie Dann no podrá evitar el análisis sintáctico de la letra, le pido disculpas.
Siempre nos quedará, Paquito el chocolatero.
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