Como mencioné en mi anterior artículo, la previsión de que tal como va el ritmo de reservas de visitantes a nuestras islas puede suponer que se recuperen determinadas cifras, incluso que lleguen a superarse. El número de turistas que pasen por las Pitiusas este verano se prevé que vaya a ser equiparable al de 2019 después de los dos años de sufrimiento y con ello, y a raíz ciertas propuestas de normativas reguladoras que han de incidir de lleno en la industria turística, vuelven las polémicas y los desacuerdos políticos.
Dos cuestiones son merecedoras de cierta reflexión. Por un lado tenemos una nueva Ley Turística, actualmente en tramite parlamentario y, por otro, la propuesta de poder limitar el número de vehículos que circulan por nuestras carreteras durante la temporada estival. En cuanto a la ley en trámite, vale la pena recordar cual es el posicionamiento de cada uno en cuanto a la misma, ya que resulta bastante esclarecedor de como se actúa en cada caso.
En un principio la propuesta llega a la Cámara autonómica con el previsible apoyo de los partidos que conforman el pacto de Govern Balear, si bien después de diversas negociaciones se suma al apoyo a la misma el PI en lo que se refiere a fuerzas parlamentarias y una parte del empresariado hotelero como organización. En principio hay que reconocer que todo lo que sea sumar ha de entenderse como algo positivo. Ahora bien, hay que señalar también que nuevamente se deduce que las negociaciones se han llevado a cabo tan solo con una parte de ese empresariado, en concreto con los hoteleros de Mallorca, que es con quienes se han apresurado a hacerse la foto, aparcando de nuevo al resto de islas que seguro que también tendrían algo que decir, independientemente de que sus propuestas fueran aceptadas o no.
Sobre la misma Ley cabe recordar que el principal partido de la oposición (PP), siguiendo en la misma línea de mostrarse en contra de todo aquello que salga de las filas de sus rivales políticos, se niega a posicionarse a favor de la normativa en trámite, calificándola de «modelo de decrecimiento».
Resulta incomprensible que desde el PP no quieran ver que un crecimiento sin limite ni control solo puede acabar abocándonos al más absoluto fracaso y acabar muriendo de éxito.
En cuanto al tema del excesivo número de vehículos que circulan por nuestras carreteras, hay que reconocer que es comprensible la preocupación tanto del Consell Insular como de los cinco ayuntamientos de la isla, si bien aquí nuevamente se están cometiendo errores por parte de todos. En Formentera se ha demostrado que aprobar una ley que establezca un techo de vehículos circulando es posible, pero que además de eso hay mucho trabajo en paralelo para conseguir la plena efectividad de la normativa en cuestión.
La reducción del número de vehículos privados circulando solo podrá conseguirse con un correcto servicio de transporte público operando sobre el territorio de nuestras dos islas. En el caso de Eivissa, el Consell está dejando escapar la oportunidad de hacer una auténtica revolución en nuestro transporte por carretera ya que tiene pendiente de adjudicar el nuevo contrato de este tipo de transporte y por lo que se conoce de él, hay que decir que falta imaginación y valentía a la hora de apostar por un modelo realmente revolucionario y totalmente distinto al actual. No basta con mejorar las paradas o incrementar las frecuencias. Eso no cambiará el modelo ni conseguirá la efectividad deseada y necesaria.
Desde el Consell parece que se quiere incidir en la idea de limitar el número de coches de alquiler, aunque está claro que con eso no bastará. Por otro lado, el conseller de Mobilitat del Govern prefiere centrarse en la cantidad de coches de residentes que también circulan por nuestras carreteras y, por supuesto, que ese es un detalle que también hay que tener muy presente; pero parece que se le olvida el agravio anual con el que su propia Conselleria nos viene castigando cada año sin el más mínimo rubor y sin ningún animo de rectificar, regando de millones (más de 60 al año) al transporte de Mallorca y olvidándose de Eivissa y Formentera, escudándose en unas competencias transferidas claramente ridículas en su dotación económica.
Hace falta valor y decisión a la hora de velar por nuestros intereses presentes y futuros y parece que ambas cosas brillan por su ausencia.
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