En el año 2019 el que ahora es segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Ibiza y concejal de Movilidad, Vivienda y Promoción Económica, Aitor Morrás, defendió en una entrevista en un medio de comunicación local que su intención era convertir Eivissa «en una ciudad amable». Le conozco personalmente y me parece una persona honrada, firme en sus convicciones y de esas que realmente se creen lo que hacen y defienden. Sin embargo, a día de hoy no solo no ha conseguido su objetivo sino que la cosa ha ido a mucho peor.
No es una cuestión de signos políticos ni de colores. De puños con rosas, gaviotas o colores morados. Es una cuestión de sentido común y actualmente bajar a la ciudad de Ibiza con el coche supone un suplicio con las obras, los atascos, los cambios de dirección constantes o los nuevos carriles bici que han eliminado plazas de aparcamiento. Es, sencillamente insoportable y aunque te armes de paciencia siempre acabas de mal humor y gritando al de al lado, pitando porque alguien tarda más de lo que consideras normal en aparcar o porque simplemente no se dio cuenta que había un ceda el paso. Las calles están colapsadas a todas horas entre unos y otros e ir, por ejemplo, al centro se ha convertido en un objetivo casi imposible. Algo que desanima a cualquiera y que provoca que cada vez más gente deseche esta posibilidad ante la falta de aparcamiento sencillo y a que, cuando por fin lo encuentras, tienes que poner el famoso ticket de la hora, con precios abusivos y un horario tremendamente amplio, rezando para que no te pases un minuto a riesgo de ser multado.
Todo esto está provocando que la gente huya de Vila. Muchos se han aburrido de vivir en la zona y otros muchos no quieren bajar al entorno del Paseo Vara de Rey, la Avenida de España o la Avenida Bartomeu Roselló. Ni siquiera a zonas tan maravillosas como la Marina o el Puerto de Ibiza que serían la envidia de muchas ciudades si estuvieran bien cuidadas o se tomaran las medidas adecuadas para potenciarlas todo el año y no solo unos meses. Ignasi Wallis e Isidor Macabich están igual y de la zona del Mercat Nou y el Parque de la Paz mejor ni hablar. Lugares que, desde el desconocimiento que da no ser concejal, dan la sensación de estar totalmente inutilizados y lo que es peor, abandonados a su suerte. Y cuando algo se deja, se abandona, no se potencia, acaba herido y por lo general muere.
Porque no nos engañemos, muchas ciudades son lo que son por sus pequeños comercios, su zona con las grandes franquicias o sus restaurantes y ahora mismo en Vila no tienen apenas clientes a los que atender. Su futuro es bastante negro y con ello el de todos nosotros. Cada vez compramos más a través de la red, pegados a un ordenador, sin interacción con el tendero o comerciante de toda la vida que te asesora, te entiende y con el que al final haces sociedad y comunidad y eso se debe en gran medida a que no hay alicientes para hacer barrio. Falta vida, faltan bares que abran todos los días, atractivos y sobran atascos, obras y pegas para los coches. Está muy bien apostar por lo verde, lo ecológico y las bicis pero para eso hay que ofrecer alternativas y tener un poco de sentido común. Pensar que no todo el mundo tiene bici y que no se puede bajar andando desde Sant Antoni o Santa Eulària. Es imprescindible ir en coche pero no hay plazas de aparcamiento. Y que si las hay no nos vale un parking privado muy caro o zonas disuasorias a kilómetros del centro caminando en verano a pleno sol o en invierno lloviendo o con frío. O que si has comprado algo en el pequeño comercio no puedes caminar o cargar en tu bici varias bolsas.
Sigo defendiendo las ciudades amables. Cercanas al habitante y creo que he visto varias de las que me he enamorado. Sin embargo, desgraciadamente a día de hoy, Vila no es una de ellas. Aitor y compañía, aún hay tiempo para darle la vuelta a la tortilla y cumplir con vuestra promesa y vuestro objetivo. Pero no tardéis mucho que al paso que vais se os queda esto vacío…
3 comentarios
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Curiosamente tengo añoranza de la antigua Vara de Rey.Era capaz de ir muchas vezes desde Santa Eularia para desayunarme una ensaimada de cabello de angel deliciosa en el Montesol,con todo el movimiento de coches y gente variopinta.Despues siempre habia una comprita y mas tarde ir al Bon Profit.Siempre se podia aparcar,porque el movimiento era continuo.Ahora,no vale la pena.Desde las remodelaciones y la falta de parking,no vale la pena.Eivissa se ha vuelto una ciudad desagradable.
La idea de 'Vila amable' del Rafa's Team es echar a todo el mundo fuera y quedarse ellos solos con su huerto urbano y la gente paseando mirando las musarañas y donde realmente tendrían que hacer eso, lo tienen todo hecho unos zorros, Cas Mut, Ses Feixes, Talamanca, Platja De'n Bossa, etc., etc., etc., .....