En nuestro stand, ubicado en el pabellón 9 de la Feria de Turismo de Madrid (Fitur), siempre ocurren cosas increíbles. No sé si la casualidad, una planificación acertada o la providencia quisieron que este año estuviese ubicado frente al de la capital de España, pero cuando la gente pasaba entre ‘Ibiza' y ‘Madrid' se escuchaban frases como: «aquí huele a libertad». Es curioso que dos destinos tan dispares compartan filosofía de vida y aroma a espontaneidad, y que coincidan en ser pueblos abiertos y acogedores donde conviven en perfecta armonía personas de todos los rincones del mundo, dogma, condición sexual o edad. Al final, todos somos «nosotros mismos» en sus calles, más, incluso, que en las que nos vieron nacer, y tal vez ese sea el punto de unión que nos hace sentirnos tan «en casa» en sus plazas.
A pesar de compartir pasillo, no vi a la presidenta de la Comunidad, defensora a ultranza de ese eslogan, y tampoco a ningún exnovio, algo que como ella misma afirma «es imposible» en estos lares, pero esa comunión entre pueblos queda tácita en una relación que viene de antiguo y que hace que a los ibicencos nos gusten los madrileños y a que a los madrileños les emocionemos los ibicencos (aunque no seamos de raza). Solamente hay que pronunciar las palabras mágicas «vengo de Ibiza» para ver brillar los ojos de nuestros interlocutores porque, ya lo dice la canción, aunque ellos sean poseedores de lugares tan mágicos como El Retiro, el Ateneo, la Casa de Campo, de mil cines, mil teatros o mil museos, al llegar agosto nosotros somos su playa.
Todos los presentes en esta cita, en la que buscamos difundir los atractivos innegables de las Pitiusas, estábamos felices de aprovechar el viaje, recorriendo acto seguido sus calles, para terminar bailando asidos a la butaca de algún musical tras degustar sus rotundas carnes en restaurantes castizos o modernos.
Alcaldes, concejales, presidentes, consellers, hoteleros, periodistas, turoperadores y agentes de viajes nos dimos cita en un espacio amplio, muy bien iluminado, decorado con fotos de las playas y del patrimonio cultural de Ibiza y con productos locales, mientras las columnas se vestían de delicadas buganvillas con vinilos de piedra natural de la isla. Allí tuve la suerte de presentar la nueva campaña promocional de Sant Joan de Labritja, #TodoloqueVivirás, a la que hemos dado vida durante meses desde Imam Comunicación, y con la que mostramos en aquel escenario que el norte de la isla, su cara más amplia y mejor conservada, está abierto los 365 días de año para disfrutarlo, para navegarlo, para degustarlo o para reconocerlo. Un viaje para emprender una y otra vez, sin dejar de sorprendernos nunca, y que es importante que disfrutemos en primera persona (y sin un teléfono en la mano), sin preocuparnos si nuestros perfiles de redes sociales son capaces de captar toda su belleza porque, al final, la vida hay que recorrerla con los cinco sentidos y con la mayor de nuestras sonrisas, ya sea en Madrid o en Ibiza.
1 comentario
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Es innegable la afinidad que siempre ha existido entre Madrid -Ibiza y, sí ,también fuí testigo, entonces,de ese "brillo en los ojos" que usted menciona, cuando tuve que cargar provisionalmente mis maletas con libros, hace ya varias décadas, lo que me valió entre mis compañeros allí, el prejuicio de la desinhibición y la modernidad, en lugar de ser tachado directamente de provinciano...sólo espero que en algún intento de espionaje industrial,vista la proximidad de ambas delegaciones, se consiguiera, por fin,la receta definitiva de las patatas bravas, que por mucho que se empeñen aquí en deconstruir, fusionar o servir en los más variopintos recipientes, véase baldosas o probetas futuristas, siempre decepcionan...o tal vez ,como las Hierbas degustadas lejos del mar o el chill out en ascensores, descontextualizar suela ser contraproducente.