La tecnología está marcando un nuevo modelo de relación entre personas, de hecho permite mantener el contacto de manera permanente, sin interrupción y con independencia de las distancias. Las Redes Sociales tiene en la interacción su principal fundamento, el usuario difunde su información personal: su imagen, sus gustos, sus opiniones, donde está, con quien, donde come, que compra, etc... para que otros usuarios «reaccionen» sobre estos datos.
Se entiende que el adulto es responsable del contenido que difunde de sí mismo, pero el debate se abre cuando la información que se comparte corresponde a los hijos. El termino que se utiliza para definir los contenidos que los padres difunden de sus hijos e hijas se llama Sharenting, es un anglicismo que proviene de share (compartir) y parenting (paternidad).
El sharenting se inicia prácticamente en el nacimiento de los menores, dado que a partir de ahí comienzan a tener presencia en las diferentes redes sociales. Es una forma rápida de presentarles en sociedad, a los progenitores les gusta enseñar los avances de sus hijos, las anécdotas, los disfraces, las celebraciones de cumpleaños, etc. Los nativos digitales son una generación con una infancia llena de publicaciones en internet, pero ¿se ha valorado las consecuencias de esta sobreexplotación?
El hecho de que las redes sociales sean en un medio rápido, público, global e interactivo donde compartir momentos familiares, narrando mediante imágenes y comentarios el desarrollo vital de los menores e incluso exponiendo situaciones que antes tenían un carácter más intimo, hace que los hijos sean extremadamente vulnerables. Ya que la identificación de la imagen con los datos del menor es un peligro.
Algunos riesgos del sharenting pueden ser: La huella digital es la información y las imágenes sobre el niño que le seguirán en su vida adulta, dado que son muy difíciles eliminar, y pueden tener consecuencias cuando crezcan. El derecho a su privacidad, no sabemos el valor que nuestros hijos darán a su intimidad en un futuro, debe equilibrarse con el derecho de los padres a la expresión. El hurto de la imagen, es susceptible de ser capturada y reutilizada, pueden recopilarse por depredadores sexuales virtuales y terminar en bancos de imágenes en sus comunidades online. Distorsión de la privacidad, cuando sean adolescentes y tengan su propio uso de redes sociales pueden tener dificultad para saber gestionar su propia imagen. Alteración de la realidad, relacionar los buenos momentos solo con los que son publicados y compartidos en redes. También se pueden condicionar la identidad o autoimagen con lo que se publica de ellos.
Un ejemplo de sharenting, en consulta una adolescente me expresaba que sufría las burlas y mofas de sus compañeros de instituto porque su madre había colgado en facebook una foto suya de la infancia disfrazada de sirena, en esa época tenía sobrepeso. Alguno de sus compañeros había hecho una captura de pantalla y había compartido la imagen con el resto para reírse. Al preguntar a su madre sobre este hecho, me respondió: «No es para tanto, además está muy graciosa».
ivancastroconsulta@gmail.com
1 comentario
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... ya sabíamos que todo este circo no es tanto por el niño o la niña, como por el afán de protagonismo hedonista de los propios PADRES, de hecho, siempre ha sido así, incluso cuando aún no había internet... qué son, si no, que las madres obligasen a sus hijos a disfrazarse para ir a exhibirse a la guardería para que la mami vaciase el carrete de fotos en la calle pegando grititos indicando cómo y dónde posar... o vestir a la niña de faralaes aunque no quiera, con cara de mohín disimulado con los coloretes, para que la muy ufana madre o padre de turno les diga a las amigas lo guapa que está la hija, que igual querría estar a kilómetros de ahí... la tecnología no ha hecho sino darles más armas a los progenitores para hacerle bulling a la prole, nada más...