La joven formenterense Adriana Segovia rebosaba felicidad en las páginas de ayer de este periódico. Manifestaba su enorme alegría al conocer que su donación de médula ósea ha acabado salvando la vida de una paciente con leucemia al otro lado del mundo. Para Adriana ya fue una enorme satisfacción donar células madre hace ahora un año, pero mucho más lo ha sido poder celebrar el éxito conseguido por la ciencia. A ello debemos añadir que Adriana acaba de ser madre, con lo que sin duda se siente como una fuente de vitalidad absoluta.
Opinión
Felicidad máxima
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