Jesús nos había dado los grandes regalos de su Divino Corazón. Por nosotros y por nuestra salvación bajo del Cielo. Se dignó hacerse hombre verdadero sin dejar de ser Dios verdadero. Fundó la santa Iglesia, le dio los 7 sacramentos, predicó su Doctrina de Paz y Amor por los caminos del Palestina y, al final de su vida terrena, muere clavado en la cruz, no sin antes darnos a su Madre Santísima. Ahí tienes a tu Madre.
«Ahí tienes a tu madre»
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