Al juzgado en barco
Llunyana i just a tocar, Formentera es esa bellísima hermana de la que los ibicencos presumimos orgullosos. Sus playas extenuantes, sus atardeceres de anuncio, su suculento peix sec, sus rosadas salinas, el singular carácter de sus gentes y su cálido aroma hacen de la isla un paraíso diminuto en el que el tiempo parece detenerse (salvo cuando se hace cola para el ferry). Formentera es la historia de una niña bonita a la que miramos sólo para presumir cuando nos conviene. Cuando se trata de derechos, los relegamos a un plano secundario porque con esas playas, ¿qué más necesitan sus ciudadanos? Pues al igual que los ibicencos, los mallorquines o los madrileños, necesitaban un hospital, necesitaban una administración propia e independiente y ahora ha llegado el momento de que la justicia también llegue a este enclave en el que residen casi 13.000 habitantes.
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