"Los profesores estamos para transmitir conocimiento, para educar están las familias" esta demoledora frase, por suerte cada vez menos compartida, reflejaría en cierta medida el fracaso de la educación. Fundamentar que el sistema escolar solamente debería para transmitir conocimiento sería cometer un error de peso, dado que daríamos por sentado que solo con información se forman personas.
Para entenderlo mejor voy a poner un par de ejemplos, seguramente podríamos expresar que el alumnado de secundaría tiene un conocimiento amplio sobre el ciclo del agua, la fotosíntesis de una planta, la gestión de residuos, la importancia del medio ambiente, etc. pero no podría afirmar con la misma seguridad que la mayoría del alumnado de secundaria cuando sale a la naturaleza no contamina, recoge la basura o tiene conciencia medioambiental. Otro ejemplo, la mayoría del alumnado de primaria termina el ciclo conociendo la pirámide alimenticia, aprendiendo la clasificación de alimentos, incluso identificando el azúcar saturada como un alimento poco saludable, pero no podríamos asegurar que la mayoría del alumnado solicite a sus familias una alimentación sana. Quizás tenemos un sistema escolar que transmite de forma muy correcta los conocimientos, pero no consigue de la misma manera que estos sean permeables en las conductas. De qué sirve tener un alumnado que identifica de memoria la clasificación de los seres vivos, si no tienen conciencia ni respeto por los animales.
Es evidente que el sistema educativo debe transmitir conocimientos, pero para que sea completo ha de dotar esos contenidos de competencias emocionales. En la actualidad existe una «democratización de la Información», es relativamente fácil acceder al conocimiento, lo complicado es discriminar entre información valida y no válida.
Los criterios que utilizan las empresas en la selección de personal van evolucionando hacia aspectos alejados del puro conocimiento. Se valoran las capacidades de trabajo en equipo, el liderazgo, la inteligencia emocional, la gestión del estrés, la capacidad de establecer relaciones, la capacidad de gestionar la información, etc. De esta manera podemos entender que estos aspectos relacionados con las competencias personales son tanto o más productivos que los del conocimiento.
Reconozco que la responsabilidad educativa de los progenitores es más importante, pero esto no exime al sistema educativo en su compromiso de formar personas. De esta manera las instituciones educativas, y por ende el profesorado, debe estar para transmitir competencias personales e intelectuales al alumnado, trabajar desde la perspectiva de la inteligencia emocional se convierte en una tarea imprescindible para evitar el fracaso de la educación.
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