Los extranjeros pueden venir a España a hacer turismo pero los españoles no están autorizados a viajar por su propia tierra. ¡Ya estamos más cerca de Cuba, compay! Pero no en salsa sino en socialismo, hay que joderse. En mis odiseas por la Perla del Caribe pude comprobar cómo los cubanos no podían entrar en bares u hoteles si no iban acompañados de turistas. Era algo chocante, incluso obsceno, pues los cubanos solían ser mucho más elegantes y divertidos que unos turistas que solo ganaban por fulas.
Y en el ruedo ibérico el totalitarismo avanza en medio del absurdo con la excusa de la salud. Con tal delirio de restricciones, la estupidez también se ha vuelto pandémica. Los españoles perdemos derechos a una velocidad asombrosa y, ¡et voilà, ya tenemos apartheid turístico!
Esto es muy difícil de tragar y se va a montar gorda. El ensayo es perverso y van tanteando hasta dónde pueden llegar. Ya el año pasado barajaron que los turistas en Baleares tuvieran más derechos que los isleños. Ahora tal medida se pretende aplicar en toda España.
Socialismo o libertad. Al menos eso se grita en Madrid, villa y corte y pueblo donde nadie es forastero y los gatos brindan alegremente entre la ruleta rusa del virus. Ayuso y Almeida parecen dos enanos sacados de un cuadro de Velázquez, pero se niegan a tragar las ruedas de molino del dictatorial delirio sanchista. Y lo hacen con valor, llaneza y sentido común, lo cual choca todavía más con el cursi predicador monclovita.
¡Compay, dame otro ron que haga crecer la esperanza!
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