El Evangelio nos narra como Jesús curó a muchos enfermos de diversos males. Después se levantó de madrugada y se puso a orar. Cuando los discípulos lo encontraron, le dijeron: Todos te buscan. Jesús, entonces, dijo: Vayamos a otra parte, a las aldeas próximas. Pasó por toda Galilea predicando en las sinagogas expulsando a los demonios. Jesucristo nos dice que su misión es predicar, evangelizar. Para eso ha sido enviado. El Señor ha elegido a los discípulos para enviarlos a predicar. La predicación es el medio del que se vale Jesús para llevar a cabo la salvación. La fe nos viene por el oído. San Pablo nos recuerda con el profeta Isaías, que nos dice: ¡Que hermosos los pies de los que nos anuncian la Buena Nueva!. La Iglesia destaca entre los oficios principales de Obispos y de presbíteros, el de predicar el Evangelio. Si nadie podría salvarse si antes no creyere, los presbíteros como cooperadores de los obispos tienen como deber primordial, la obligación de anunciar a todos el Evangelio de Dios. Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda criatura, de este modo cumplen el mandato del Señor ( Mc 16,16). La predicación de Jesús no consiste sólo en palabras. Es una doctrina acompañada con la autoridad y eficacia de unos hechos. Jesús hace y enseña. También la Iglesia ha sido enviada a predicar la salvación, y a realizar la obra salvífica que proclama. Dicha obra la pone en práctica mediante los sacramentos y, especialmente, a través de la renovación del santo sacrificio de la Cruz en la Santa Misa. En la Iglesia de Dios todos los fieles hemos de escuchar con devoción la predicación del Evangelio y todos hemos de sentir, a su vez, la responsabilidad de transmitirlo con palabras y con hechos. A la Jerarquía de la Iglesia corresponde, en primer lugar, enseñar auténticamente la doctrina evangélica. Recordemos las palabras del Señor Jesucristo: “ Quien a vosotros oye a Mi me oye”. Tengamos presente también lo que nos dice San Pablo: ¡Ay de mi si no anuncio el Evangelio!. Vivamos unidos a Cristo, por la oración y especialmente en la Eucaristía, fructifiquemos con gozo para la salvación del mundo.
5º. domingo T.O. ( Mc.1, 29-39)
07/02/21 9:21
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2 comentarios
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Menos monsergas y pedid disculpas por las vacunas puestas en las altas esferas.
... cuando el pequeño hobbit se levantó, encontró a Gandalf apoyado en el quicio de la puerta, contemplando al rey de los enanos discutiendo con Legolas si convenía que los elfos entrasen también en el reino de los orcos, o debían preservarlos del ojo de Saurón, el que todo lo ve... el anillo custodiado por maese Frodo centelleaba en manos de su amo y señor, absorto en él Gollum, soñando despierto cómo poder acercarse a su tesoro sin que los magos azules de Saruman interfiriesen en sus deseos... pero ahí estaba Aragorn, presto a entrar en el templo y sacrificar su vida si ello ayudase a sus amigos de la Tierra Media...