Recién me desayunaba esta mañana con una nueva vuelta de tuerca de este Gobierno miserable, esta boa constrictor que nos asfixia lentamente constriñendo sus músculos cada vez que intentamos respirar, esta serpiente de ciénaga inmunda que tan a propósito se ha enroscado, en cuanto el viento le ha resultado favorable, en el hacha ensangrentada de Bildu, franquicia de la derrotados pistoleros de ETA.
Una cesión más del PSOE a los que sueñan con desmembrar nuestra patria, una nueva humillación a todos los ciudadanos tras la retirada del español como lengua vehicular, otro insulto innecesario que se materializa al concederle a los que antaño se ufanaban de recoger las nueces (¡eso sí, nueces previamente rebozadas en sangre por los que sacudían el árbol a base de explosivos y tiros en la nuca!),a esos vástagos de cuna carlista del PNV, un poco menos de presencia de España en esas tierras tan nobles y españolas al ceder el traspaso de los cuarteles de Loyola, en San Sebastián, en manos del Ministerio de Defensa, al Ayuntamiento de la ciudad. De tal calado es la decisión, que tanto el Ministerio de Defensa, como la Ministra de Defensa, (Margarita Robles, esa moza de aspecto bonachón, que parece condensar en su silueta regordeta la antítesis toda de la fiereza y virtudes que uno le presupone a la durísima vida castrense) se han opuesto tajantemente, eso sí, hasta que nuestro particular aprendiz de Hugo Chavez, ha intervenido y zanjado el asunto a su manera: “¡No, es no! ¡Cuántas veces quiere que se lo repita!”. Frase que ya ha quedado grabada a fuego en los anales de usos y costumbres de España y, en el imaginario colectivo como si se tratase de una navaja multiusos de: “ ¡Sí, no, depende, puede, tal vez o... tontolabas, tú vótame, que después ya veremos!”.
Y el caso es que no pensaba tocar dicho tema, quería dedicarme este domingo a la lírica y temas de carácter mundano, pero, epsilones, esto es lo que hay, y si hoy me desayunaba con esa noticia repugnante, ayer lo hacía con las cifras que nos cuestan los más de 1.200 asesores que tiene nuestra Disneylandia ibérica para solaz de los parásitos (¡a saber, los amiguetes de Pedro y Pablo colocados a dedo le suponen al erario público más de 65 millones de euros! He de suponer, que tras tanto enchufado subyace un deseo sincero de socializar y redistribuir la la riqueza de los contribuyentes y un ejemplo de lucha proletaria contra la lacra del paro.) y, antes de ayer, con la importantísima reunión de Irene Montero con las Ministras de Igualdad Europeas para acordar sus próximas apariciones en las revistas más cool de moda, el ataque miserable a la educación especial y la educación concertada por aquellos que ni en las elecciones se acercan a las puertas de un colegio público para hacerse la foto (ni uno solo de los Ministros ha estudiado en un colegio público, de sus hijos, ya ni te cuento, no sea que los chiquillos vayan a volver a casa con piojos o moviéndose al ritmo de danzas tribales) o que el tigre de Galapagar había decidido reducir las aportaciones a Cáritas y la Cruz Roja coincidiendo con un aumento considerable de las personas que esperan paquetes de alimentos en esas filas tercermundistas. Ojo, bajan los recursos a las entidades que gestionan las colas del hambre, pero sí hay, y de sobras, suculentas aportaciones a las televisiones (apuntad esto: el Gobierno aumenta el presupuesto para el NODO TVE un 25% y pasa de 378 millones a 473 millones), medios informativos y chiringuitos ideológicos que acaban por llenarnos el país de inmigrantes ilegales o proclamar que: “¡Sola y borracha quiero llegar a casa!” (Ya de paso, animo a los más de 1.400 centros de oración y mezquitas que hay en España, a que a su vez repartan alimentos de forma diaria para paliar la imagen contradictoria de ver a tanto fiel suyo atendido por la Iglesia Católica).
Y el caso es que, ante la realidad ineludible, el desastre cotidiano de oír y leer tantísima noticia aberrante sobre la actividad política española que nos brinda titulares siempre deprimentes; ¿de qué diablos podría escribir uno si dichas noticias de guión de Berlanga se atropellan y acumulan unas encima de las otras con la vertiginosidad con que los aludes de nieve barren todo lo que pillan a su paso? ¿Quién podría obviar tal desastre y sustraerse un nuevo domingo de quedar embarrado en el lodazal de la política española que lamentablemente no nos da, hay que recalcarlo, ni un solo momento de respiro? ¿Cómo ignorar tanto derroche de dinero ajeno y cacicada paleta sin evitar abalanzarse furioso sobre ellos como las polillas alrededor de la luz para acabar pereciendo en las llamas de la zafiedad de un gobierno que nos condena a la ruina más absoluta?
Os lo aseguro, yo quería escribir sobre otras cosas menos politizadas, más de contenido lírico, pero siempre me encuentro con el mismo pozo sin fondo que lo oscurece todo, y entiendo perfectamente a los que dicen; por mí puede decir misa y a los que piensan que desvarío y escribo incoherencias tachadas por muchos de meros delirios de un facha, pero algo de números sé y lo repito, nos enfrentamos a un desastre económico y social que no hemos conocido desde la Guerra Civil Española. Y basta con mirar un poco menos el NODO global que nos convierte en ovejas sumisas y hacer unos cuantos cálculos para calcular la magnitud de la miseria y deuda que le vamos a legar a nuestros hijos gracias a los corruptos que nos gobiernan. ¿Siendo así, cómo podría escribir sobre otra cosa? Ya os lo digo, los que tenéis 20 años no cobraréis pensión alguna. Los 1.200 asesores, sí.
P.D. Quería recalcar, el que un medio escrito, en este caso el El Periódico de Ibiza, ignore la ormetá de silencio imperante en la prensa impuesto por las élites globalistas que parecen abocarnos a ser los peleles forzosos del Gran Hermano, de Orwell, es decir, se atreva a desafiar la nueva realidad de censura, cobardía y compra de voluntades y ofrezca su tribuna a diestra y siniestra, sin marginar ideológica alguna, para todo aquel que quiera pueda exponer sus ideas o críticas, es un gesto verdaderamente encomiable de periodismo independiente y auténtica lucha por la libertad de expresión. Una rara avis en los tiempos que corren, prácticamente un milagro.
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