No hemos salido de la segunda oleada del coronavirus y ya nos anuncian una tercera que será aún más virulenta que la primera, lo que demuestra que hemos de aprender a convivir con esta nueva situación. Y parece que va en serio.
Una persona próxima a mi familia lleva una semana en la UCI, y su estado es crítico. Con apenas 48 años, era uno de aquellos que extremaba las medidas de protección e incluso llevaba puesta la mascarilla en el interior de su domicilio. De repente empezó a tener dolor de cabeza, diarrea, y su estado empeoró rápidamente. Primero estuvo convaleciente en casa hasta que tuvo que ingresar en un hospital. De la habitación en planta a la UCI hay un paso. No tenía patologías de riesgo, pero todavía se debate entre la vida y la muerte.
Todos aquellos que aún pasean sin mascarilla, los que no respetan la distancia de seguridad en los supermercados, los que no se ponen gel desinfectante o fuman en la calle, y los que tienen una vida social como si nada ocurriera, que sepan que esto va en serio, que les pueda pasar a ellos o a sus familiares, y que es relativamente fácil hacer las cosas bien para no resultar infectado o al menos ponérselo difícil al virus. Por lo tanto, hay que empezar a concienciarse y aprender a convivir con el virus porque esta situación va para largo.
El que se crea que en marzo o abril habrá acabado todo se equivoca. Seamos solidarios y ganemos la batalla al virus desde la responsabilidad. Porque mientras el número de infectados sea alto la economía estará paralizada, los países emisores de turismo aplicarán restricciones, y no me quiero ni imaginar otro año más sin turismo. Nos jugamos demasiado y no podemos confiar demasiado en los políticos para salir de esta situación. Eso ha quedado muy claro.
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