La segunda ola de la pandemia, esa que tenía que llegar en octubre o noviembre, se ha instalado definitivamente en nuestras vidas en pleno mes de agosto y está provocando una sacudida de tal calibre que en estos momentos ya se habla incluso de la posibilidad de hacer confinamientos selectivos en zonas de especial incidencia de la pandemia. Balears vive instalada en ese segundo día de la marmota, atrapada en un tiempo que avanza, paso a paso, hacia algo parecido al desastre final de los meses de marzo y abril, a tenor de las catastróficas cifras de contagios que se han conocido esta semana.
Pero ese día de la marmota ha pillado al Govern en esta ocasión con el pie cambiado. Si durante la primera ola de la enfermedad la presidenta hizo valer su autoridad y se mostró firme y resolutiva en la gestión de la crisis, en esta segunda ola la sensación es muy diferente. La percepción muestra ahora a un Ejecutivo a remolque de una situación que le supera y que le obliga a tomar medidas desesperadas, como la de no fumar por la calle, para no tener que tomar la medida definitiva, que es el confinamiento.
La presidenta ha atribuido el aumento de los casos a la relajación de los ciudadanos, que le han perdido el miedo al virus. Basta con pasear por las calles para ver que, efectivamente, es así: los ciudadanos nos hemos relajado, cumplimos a desgana las normas o nos la saltamos directamente. Pero algo de responsabilidad tiene también el Govern, más allá de no haber sabido trasladar el mensaje de la gravedad de la situación a un sectores concretos de la población, como los jóvenes.
Es el único que error que asume por ahora el Govern, que viene a ser echarle la culpa el mensajero, algo muy socorrido cuando alguien evita asumir responsabilidades. La realidad es que también el Govern se ha relajado y ha perdido el pulso a la situación. Quedó anímicamente tocado tras la cuarentena que decretó Alemania y reaccionó tarde. Con la actividad económica ya destrozada y sin capacidad de recuperación, tal vez en ese momento tocaba tomar medidas contundentes para evitar lo que estamos viendo ahora. La consecuencias es que el virus circula por las lslas de manera descontrolada con una incidencia mayor que en otras comunidades
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"Pero algo de responsabilidad tiene también el Govern, más allá de no haber sabido trasladar el mensaje de la gravedad de la situación a sectores concretos de la población, como los jóvenes". Echarle la culpa al Govern que los jóvenes y sus familias no hayan entendido la gravedad de la situación, es de locos. Ya somos todos grandes y no tiene por que venir "papá Govern" a enseñarnos lo que es de sentido común.