La visita de los Reyes a cualquier territorio de España es siempre una buena noticia y un motivo de orgullo como lo fue la de los Reyes Juan Carlos y Sofía en la década de los años 90 a la ciudad de Eivissa, que recuerdo con mucho cariño. Pero nunca hubiese pensado que una visita real, como la de ayer, fuese tan oportuna y necesaria como la de Felipe VI a la isla de Eivissa, en unos momentos tan complicados para los ibicencos, para los españoles, para nuestra economía y para nuestra salud. Porque su visita refuerza y consolida la imagen de unas islas seguras, comprometidas, solidarias y que, a pesar de las circunstancias y de los consejos de algunos gobiernos europeos emisores de turismo de no viajar a España, el Rey se pone al frente de esta isla para demostrar que aquí estamos y que nuestros visitantes siguen estando seguros, que nuestras instituciones funcionan y nuestras infraestructuras son de las mejores de Europa.

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Pero también es importante la visita de los Reyes en estos momentos, donde se intenta un falso debate revisionista de si Monarquía o República cuando es una cuestión que se zanjó en la Constitución. Estos ‘juegos florales' son para tapar las vergüenzas, la ineficacia e incompetencia de unos y el intento de otros de socavar el sistema que nos otorgamos los españoles con la Constitución de 1978. No son tiempos para viejas heridas que a lo único que nos llevan es a división y enfrentamientos. Es hora de estar a la altura de los tiempos que nos toca vivir, de resolver una pandemia terrorífica, de atender a los más necesitados, de ayudar a trabajadores y empresarios, de defender nuestra industria turística. Es la hora de la unidad y el Rey encarna ese concepto. Y es bueno que el Rey Felipe VI visite Ibiza, como lo hizo su padre, su abuelo y su bisabuelo.

Como especificaba un diario de tirada nacional, el Rey y la corona siguen siendo un referente mayoritario de los españoles. Y es importante tenerlo.
El Rey vino y debe venir más, aquí se le quiere. Tenemos una gran isla, un gran país y un gran Rey.