El pasado viernes se celebró el Día del Locutor. Los locutores y locutoras, han sido históricamente parte de la familia de miles de hogares. A través de su voz, llegan noticias buenas y malas, canciones, emociones, sensaciones, chistes.
No debemos confundir locutor con periodista, aunque en muchas ocasiones puedan hacerse coincidir ambas ocupaciones. También hay periodistas que hacen de locutores, no siempre con mucha fortuna.
La efeméride me pilló escuchando el programa «Cocodril Club» del veterano locutor, Albert Malla. Se me ocurren muy pocos nombres como el suyo para poner como ejemplo de locutor. Albert lleva en la radio toda la vida, a su formidable voz, le acompañan una dicción impecable, un ritmo de locución siempre adecuado, una pronunciación perfecta, además de una capacidad comunicativa extraordinaria y lo remata con un amplio dominio del idioma y un rico léxico.
Locutor es un oficio que debemos reivindicar, hay miles de cosas que se deben tener en cuenta al ponerse frente a un micrófono y esas las sabe un locutor o locutora con oficio. En las gasolineras hornean pan, pero no son panaderos.
Si el locutor quiere ser además riguroso y buen profesional, deberá documentarse y preparar los temas a locutar, además de cuidar escrupulosamente su herramienta de trabajo, que es la voz y eso acabará en un buen producto final.
Hubo un tiempo en que en la radio, era tan importante lo que se decía, como de que modo se decía. Algunas emisoras lamentablemente han perdido rigor en el como.
En las Pitiusas hay varios ejemplos de buenos locutores y locutoras, pero no voy a poner ningún nombre, para evitar el riesgo de olvidar a alguno.
Un oficio en el que hay mucho que aprender de manera artesanal. Claro que también hay Aplicaciones informáticas que locutan textos. Pues eso.