Mi abuelo Crescencio nació en La Espina. Un pueblecito asturiano del concejo de Salas donde es más fácil encontrar una vaca que una sucursal bancaria. Sus 400 habitantes todavía deben de estar descojonándose de la súper idea del desconfinamiento infantil. En un lugar donde las casas tienen a sus pies prados inmensos, el tener que buscar un supermercado para sacar a los niños a la calle es muy razonable. Es cierto que la idea duró, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks, pero oiga, que algún experto/asesor/mentor/competente tuvo sus segundos de gloria con el tema. Estamos pagando a 22 ministros y ni sé cuántos asesores/expertos/ideólogos para que salgan a dar ruedas de prensa donde anuncian decisiones que minutos después tienen que corregir. Esto ya no se trata de errores de improvisación ante un problema desconocido. Estamos hablando de ineptitudes inauditas e intolerables, decisiones centralistas que solo piensan en las circunstancias de Madrid. En Formentera y en Ibiza hay vecinos que tienen más cerca la playa o el campo que la farmacia.
Opinión / Sonia Escribano
Los niños son ellos
23/04/20 4:01
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