Ahora que ya sólo se habla de pactos y de arranques de legislatura, no por ello debemos olvidar que hemos vivido el año más electoral de nuestra moderna democracia, un año plagado de (desastrosos) procesos electorales, en el que se supone que hemos elegido a las personas que mejor nos representan en las instituciones locales, estatales y europeas.
Pero no han sido, ni mucho menos, unos comicios ejemplares. En ellos se han exhibido todos los puntos débiles de nuestra democracia (demacracia la llamamos una vez), que supera, menos mal, la de una república bananera al uso, pero que aún arrastra déficits intolerables de modernidad y capacidad organizativa. Y lo que es peor: de fiabilidad. Y menos mal que están esos héroes anónimos llamados miembros de mesa, colaboradores de la Administración, fuerzas y cuerpos de seguridad, y secretarios de Ayuntamiento, porque sin su admirable esfuerzo cívico ya les digo que sería infinitamente peor.
Para que esta sea una crítica constructiva debemos sugerir las propuestas de mejora del sistema, las cuales, si les parece bien, vamos a insertar junto con el tratamiento de cada problema concreto que hemos observado:
Dieta de los miembros de mesa. Nos parece completamente denigrante tener a una persona atada a una silla (que además suele ser escolar; los altos siempre pensamos en estas cosas), una media de 17 a 19 horas, a cambio de 65 euros. Sobre todo teniendo en cuenta que la Jornada entera, y sobre todo el escrutinio, depende del buen hacer de estas personas a las que “les toca” contribuir a la democracia pegándose esta auténtica paliza que suele acabar a las 2 de la mañana, hora en la que ingieren un bocadillo frío… O nada, porque el cansancio es tal que la cama en ese momento sin duda parece mejor alternativa que esa cena tardía.
«Excusas» para no ser miembro de mesa. Tema muy relacionado con el anterior. Las causas de exención de los miembros ya elegidos por sorteo deberían regularse de manera exhaustiva (es cierto que la Junta Electoral empieza a hacerlo), y sobre todo tratarse en la práctica con mayor rigor. Tras la notificación de la condición de miembro asistimos a dramas infinitos de las madres y padres de niños que toman la primera comunión justo el día de las elecciones. Otras excusas, se lo aseguro, son mucho más dudosas. Debería empezar a aplicarse el tipo penal por incomparecencia el día de elecciones, porque cuando se percibe impunidad se genera un agravio comparativo muy molesto por ejemplo para los suplentes que acaban sustituyendo a miembros de mesa titulares quienes, según un rumor que siempre llega (ojo que en los pueblos “todo se sabe”), fueron vistos tomando el sol y unas cañas ese domingo en la playa. Si los ciudadanos cívicos (aún la mayoría afortunadamente) se nos cabrean llegará un día en el que no podamos constituir las mesas.
Representantes de la Administración. Después de mencionar lo que cobran los miembros de las mesas, parece que los 225 euros brutos que cobran estos compañeros sea toda una fortuna. Esta cantidad se retribuye por un trabajo que en principio comprende la transmisión de datos y la preparación anterior de la documentación necesaria. Pero todos los funcionarios sabemos que en realidad hacen mucho más... Debemos tener en cuenta que acaban aún más tarde que los miembros de las mesas, que los supervisan y escoltan para la entrega de sobres y carpetas, que dedican al menos una mañana a un curso específico de formación, y que custodian los dispositivos durante semanas, dedicando también dos sábados a hacer simulacros con ellos para que el día “D” todo salga bien.
Dispositivos de entrega de datos y errores inaceptables. Este año se ha adjudicado el servicio de los dispositivos de entrega de datos a dos empresas diferentes. Es raro. En las generales los representantes de la Administración portaban una tablet que funcionó casi a la perfección, tanto en los simulacros como el día de las elecciones. En cambio en las locales y autonómicas nos consta que el dispositivo móvil que les entregaron no paró de dar problemas de transmisión. Fue un auténtico desastre y de hecho todos conocemos bien los casos de escrutinios erróneos (en este caso sí, cual república bananera) que, sean debidos a problemas técnicos de los dispositivos o no, a errores humanos o informáticos, en cualquiera de los casos indican que el sistema no es en absoluto seguro y restan mucha confiabilidad al mismo. Unos errores por cierto, cuya gravedad y consecuencias nadie se ha dignado a asumir, y que ya les digo yo que, empresas colaboradoras a parte, son responsabilidad última del Gobierno de España.
Medio ambiente. No sabemos exactamente qué se hace con todas las papeletas que sobran. Y sobran muchas, muchísimas, ya que se imprime hasta el 100% del censo por cada candidatura, lo cual es una barbaridad estadística. ¿Por qué no existe un servicio de recogida para reciclarlas? Es curioso ver cómo los candidatos se llenan la boca durante campaña con la protección al medio ambiente y después se generan toneladas de papel porque, en el fondo, quien dirige los procesos electorales no repara en gastos (económicos y ambientales).
Administración electrónica. El día de la votación esta es presencial, si bien no estaría de más gestionar con más eficiencia todo el exceso de papel que se genera ese día (no solo las aludidas papeletas, sino también actas, sobres... y todo por cuadriplicado). También se debe considerar que en algunos casos, para colectivos como las personas con problemas de movilidad o las no residentes en el municipio, se contemple la posibilidad del voto electrónico. Pero sobre todo, debería ser electrónico el procedimiento administrativo que consiste en la realización de una serie de trámites por parte de distintas AAPP (Delegación, Ayuntamientos, Juntas electorales, Censo, CCAA, etc...), que abarcan desde la convocatoria de elecciones hasta la entrega de las credenciales, y que según las Leyes 39 y 40 de 2015 deberían ser todos ellos electrónicos/telemáticos. El coste en millones de euros de cada proceso electoral alcanza cotas indecentes. Cara democracia (además de imperfecta).
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