Lo peor no es ser un político mal gestor. Lo peor es ser mal gestor y dar la culpa a los demás, que es lo que hizo hace unos días David Ribas, exresponsable de Deportes, al que han quitado las competencias ante su más que evidente incapacidad para afrontar los compromisos económicos con los clubes deportivos. Igual a Ribas tampoco se le puede criticar como a Salvador Aguilera, que se pone de los nervios cuando se habla de su lamentable paso por la política, pero lo sorprendente del ex conseller de deportes es que haya hecho tan profunda reflexión sobre los funcionarios del Consell cuando acaba la legislatura.
Durante más de tres años y medio a Ribas no se le ha conocido queja sobre lo malos que son los funcionarios, que retienen expedientes, dice él, porque son los que realmente dirigen la institución. Si se sentía tan incómodo ante el trabajo de los funcionarios, ¿no hubiese sido mejor que Ribas hubiera dejado su cargo al principio de legislatura en lugar de protagonizar el papelillo de que le retirasen las competencias?
Porque ahora parece que el manual político que vale es el de Guanyem, el partido de Ribas, que dice que los políticos no llegan aprendidos a los cargos políticos, un manual que solo se aplica cuando ellos gobiernan porque, recordemos, son muy duros cuando otros que no piensan como ellos están en el poder. Conozco la administración porque he trabajado en ella durante tres años, sé que hay muchos filtros que muchas veces se eternizan, pero nunca se me hubiese ocurrido darle la culpa de mi gestión a un trabajador público. Eso hubiera sido miserable.
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