Opinión/Joan Miquel Perpinyà
Feminista por experiencia propia
Fui educado en el Colegio Sagrat Cor de Palma, en Son Espanyolet. Afortunadamente para mí, formé parte de la primera promoción de niños que el centro admitía, pues antes era exclusivamente femenino. Éramos pocos chicos en comparación con ellas, quizás un 15%. Rodeados de niñas permanentemente, aquello marcó mi infancia. Imagino que también la del resto de alumnos. En los actos colectivos, los profesores -a veces las religiosas- se dirigían a todo el alumnado en femenino. «Queridas alumnas...», exclamaba Covadonga, la recia y severa directora -religiosa, por supuesto-. Ellas eran la mayoría y las actividades a menudo estaban pensadas solamente o mayoritariamente para ellas. Lógico. A pesar, o quizás gracias a ello, presumo de haber tenido la mejor educación básica que nadie podría desear. Mi EGB fue esencialmente femenina. Y me siento muy agradecido por ello.
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