Pero yo creo que en realidad las dos Españas son los 13 millones de trabajadores más emprendedores y autónomos de la empresa privada que no tienen el futuro asegurado y que curran a brazo partido para pagar un montón de impuestos (con la subida de Pedro Sánchez) con los que se mantiene exactamente a la mitad de la otra España, la de los funcionarios, muchos de ellos necesarios (enfermeras, médicos, guardias civiles, etc.) y otros muchos ociosos y completamente innecesarios.
Ese es un asunto, como el de la deuda pública que cuesta al país 10.000 millones de euros cada trimestre, al que habría que hincarle el diente y no estar todo el día mareando con la tauromaquia y la caza. Pero hay más. El otro día una señora que es nada menos que Alta Comisionada del Gobierno para el Reto Demográfico (¡ahí es nada!), pues esa Alta Demógrafa dice que hay que repoblar los pueblos y que España necesita gente.
Pero vamos a ver, no será mejor acabar primero con los tres millones de parados, rellenar ese agujero con curritos hispanos y luego pues meter gente con papeles como cuando Alfredo Landa, con música genial de Antón García Abril, en «Vente a Alemania, Pepe», se fue al país teutón con el porrón lleno de vino de Valdepeñas y un chorizo de Cantimpalos, y con la intención de comerse algún rosco, porque cualquier día nos dirán que en la España preconstitucional nadie se comía un rosco en España, salvo en Ibiza con las suecas, claro.
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