Lo que está pasando este verano con los vertidos fecales en la isla es tercermundista. Tenemos unas canalizaciones obsoletas, unas estaciones de bombeo que no dan abasto y unas depuradoras completamente desbordadas. La separación de la red de aguas pluviales y fecales es una patata caliente que ninguna Administración quiere abrir pero que ya no puede esperar más. Las imágenes de alcantarillas rezumando mierda son inadmisibles. Los políticos no pueden seguir escondiendo la cabeza y señalándose entre ellos para ver quién se come este marrón porque lo que está pasando en ses Salines es muy grave y muy triste y todavía no he visto a ningún político acercarse hasta el Parque Natural para ver in situ la situación. El Govern ni está ni se le espera, aunque es su competencia velar por el buen estado de toda la superficie protegida. El Ayuntamiento de Sant Josep tampoco ha estado a la altura. Al contrario, ahora dicen que «dudan» de la veracidad de los análisis del laboratorio. Pero si es así, ¿no deberían haber pedido ya otros análisis alternativos? Ayer unos operarios municipales se apresuraban en tabicar las alcantarillas de la zona por donde se escapan las aguas sucias, una medida del todo insuficiente porque no arregla el problema de base. ¿Por qué operarios municipales, si desde el Ayuntamiento no tenían responsabilidad alguna? ¿Por qué ahora si el consistorio reconoce que sabe que hay vertidos desde hace tres años? Y envían ayer a una brigada a levantar tres palmos las alcantarillas. El informe habla de 170.000 m2 afectados por «una contaminación crónica» en un Parque Natural y Zona de Especial Conservación para las aves. Este tema empieza a recordarme mucho a la contaminación de los pozos con hidrocarburos en Santa Gertudis, pero estamos demasiado cerca de las elecciones para que un político ponga su cara en este desastre.
Sant Josep lo sabía desde hace 3 años
19/09/18 4:01
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1 comentario
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Desde hace ya unos años, el sabor de mierda viene manifestándose en algunas hortalizas compradas como frescas e ibicencas en el mercado. El origen es, sin duda, de aquellos lugares donde hay escapes de fecales, no pocos en la isla. En un principio podría achacarse a alguna finca que riega con agua de depuradoras obsoletas, pero ahora ya no hay duda y sí evidencia de que toda la isla es un estercolero y sus bosques vertederos. El éxodo del turista de calidad está cantado y es una realidad. Requiem por Eivissa.