Los Papas, como sucesores de San Pedro, recibiendo el encargo que para el bien de todos los confía Jesús, nos dan instrucciones para nuestra vida aquí en la tierra como un camino hacia el cielo. Por eso, conocer la vida y acciones de los santos, como hacemos aquí en Ibiza y Formentera con ocasión de las fiestas patronales en las parroquias dedicadas a la Virgen y a los Santos que las presiden, es una ayuda importante para ello.
Cociendo cómo han sido, como han actuado, como han vivido los santos, hemos de sentiros movidos y animados a imitarles y hacer así vuestra vida de oración, de servicio, de ayuda a todos, etc. como han hecho y como hizo y nos enseño Jesús. Así, en la Biblia leemos claramente como Dios nos ha llamado a todos a ser santos: «Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo» (Lev 19,2) «Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial». (Mt 4,48), «Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36).
El Papa Francisco nos anima a ello. Así dedicó la catequesis del 19-11 de 2014 a la vocación universal de ser santo, ¿en qué consiste, y cómo podemos llegar a serlo? «hay que tener en cuenta que la santidad no es algo que nos proporcionamos a nosotros mismos, que obtenemos con nuestras cualidades y nuestras habilidades -ha dicho-. La santidad es un don, es el regalo que nos hace el Señor Jesús, cuando nos lleva con Él, nos cubre de Él y nos hace como Él», ha dicho el Santo Padre. El Papa ha aseverado que «cualquier forma de vida lleva a la santidad si se vive en comunión con el Señor»
Y ahora ha publicado el pasado 9 de abril una Exhortación Apostólica llamada Gaudete et Exultate sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, que he leído con mucho gusto y que os animo a que lo hagáis también vosotros. En este caso trata sobre la llamada de todos a la santidad en el mundo actual y toma su título de una frase del Evangelio de Mateo: «Alegraos y regocijaos».
El Santo Padre procede en ello señalando, recordando, y exhortando que también el hombre de hoy, cada uno de nosotros, está llamado a la santidad, que es una invitación de Dios a vivir la vida como senda que conduce al encuentro, la vida, la amistad y la felicidad con Él. Cuando el Papa nos pone delante de esta llamada divina, es importante que acojamos con apertura de corazón y con auténtica inteligencia lo que el Papa nos propone en la Gaudete et exultate!
Recorriendo Gaudete et exsultate, el Papa nos ayuda a recordar que hay una cosa que permanece, y que puede iluminar el camino: el sentido de este tiempo nuestro lo sigue determinando Nuestro Señor; la vida es para el diálogo con Él, para el encuentro con Él, y para la amistad sin fin con Él. Es muy diferente cómo mira el Papa al hombre y cómo lo mira el mundo. El Papa mira al hombre y lo ve en relación con el Dios que ha hecho todas las cosas, más aún, llamado a la intimidad de vida y de amor con Él.
El mensaje de la exhortación es doble: todos estamos llamados a la santidad y la santidad es algo que está al alcance de cualquiera, si se abre a la gracia de Dios y coopera con ella siguiendo el camino de la Bienaventuranzas. Porque es algo a lo que se nos llama desde dentro de lo más cotidiano de nuestras vidas: el trato en la familia, el trabajo, la acogida de los necesitados, el compromiso con los más pobres, etc. Por supuesto la oración, los sacramentos, la Palabra de Dios; la santidad es para todos y ‘está' donde siempre, también hoy. Porque la santidad es con Cristo, en Cristo y desde Cristo.
Animo a todos a leer, a meditar, y a compartir lo que el Papa dice en la Gaudete et exsultate. Se puede hacer a individualmente, y ojalá se haga en las familias, en los grupos y en las comunidades, porque dice el Papa que «la santificación es un camino comunitario, de dos en dos»; más aún, añade, «es muy difícil luchar contra la propia concupiscencia y contra las asechanzas y tentaciones del demonio y del mundo egoísta si estamos aislados. Es tal el bombardeo que nos seduce que, si estamos solos, fácilmente perdemos el sentido de la realidad, la claridad interior, y sucumbimos».
El Papa propone la santidad en este ‘cambio de época' como algo que puede suceder en medio del mundo, allí donde Dios nos ha llamado, cuando vivimos pegados al Hijo de Dios. Las Bienaventuranzas son para el Papa «el carnet de identidad del cristiano». Hoy, dice también, «es necesario hacer, cada uno a su modo, lo que Jesús dice en el sermón del Monte», porque «la palabra ‘feliz' o ‘bienaventurado' pasa a ser sinónimo de ‘santo».
Que ello nos ayude a imitar a los santos y ser santos como han sido ellos en sus años de vida en la tierra.
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