El director de la flamante Oficina Anticorrupción de Balears, Jaume Far, ha salido rana y tiene criterio propio. ¡Qué decepción! Ahora se comprende mejor lo difícil que resultó que los partidos del Pacte (PSIB, Més y Podem) se pusieran de acuerdo en quién debía ostentar un cargo tan delicado, tras la negativa del juez José Castro, emblema de la lucha contra la corrupción (del PP, cabe matizar), lo que le llevó a ser distinguido por aquellos a quienes nunca ha investigado con el Premio Ramón Llull 2018. Y a hacer chistes al recoger la distinción en el Teatre Principal. Llegó a pedir que si algún día se asumen las competencias de justicia (Dios no quiera nunca que tal desgracia acontezca), «se parezca en lo justo a la que tenemos ahora». Como si la justicia en las comunidades autónomas que la tienen transferida funcionase mejor que en las que no la gestionan. Más rubor causa aún las expresiones de adhesión a Castro, como si de fans de Madonna se tratara, de ciertas políticas del Govern, que a buen seguro tendrían otra opinión si hubieran sido ellas las imputadas durante años para luego retirar los cargos como si nada.
OPINIÓN | Joan Miquel Perpinyà
Far puede acabar como Lluís Segura
Ibiza14/04/18 3:44
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1 comentario
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Un gran artículo y por desgracia muy ajustado a la verdad y a la realidad. Que circule.