Así las cosas, parece que no le va quedar más remedio a la mayoría de la población de dicha comunidad autónoma y al resto de los españoles conllevar el «problema catalán» mientras el Gobierno central no decida abordar un aspecto clave del problema, que no es otro que el de la financiación de esa realidad paralela en la que florece a medias un proyecto arbitrista inviable que, por razones que se me escapan por completo, más de cuarenta millones de españoles se ven obligados a financiar.
La comunidad autónoma de Cataluña tiene una deuda de más de 70.000 millones de euros equivalente a dos de sus ejercicios presupuestarios. La Ley orgánica 2/2012, de 27 de abril, establece en su artículo 26 que «en el supuesto de que una Comunidad Autónoma no adoptase el acuerdo de no disponibilidad de créditos previsto en el artículo 25.1.a), no constituyese el depósito obligatorio establecido en el artículo 25.1.b) o no implementase las medidas propuestas por la comisión de expertos prevista en el artículo 25.2, el Gobierno, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 155 de la Constitución Española, requerirá al Presidente de la Comunidad Autónoma para que lleve a cabo, en el plazo que se indique al efecto, la adopción de un acuerdo de no disponibilidad, la constitución del depósito obligatorio establecido en el artículo 25.1.b) o la ejecución de las medidas propuestas por la comisión de expertos.
En caso de no atenderse el requerimiento, el Gobierno, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, adoptará las medidas necesarias para obligar a la Comunidad Autónoma a su ejecución forzosa. Para la ejecución de las medidas el Gobierno podrá dar instrucciones a todas las autoridades de la Comunidad Autónoma».
Obsérvese que se trata de una norma imperativa (»requerirá», no «podrá requerir» y «adoptará», no «podrá adoptar») que el Gobierno de la Nación ha venido incumpliendo sistemáticamente en una dejación de funciones que favorece esa realidad paralela y grava al resto de los españoles que topan con la otra realidad, la de verdad, en forma de impuestos.
Sin el dramatismo de medidas excepcionales, cortar el grifo de la financiación de la realidad paralela le pondría fin inmediatamente. El por qué no se hace es uno de los insondables misterios con que nos obsequia el del manejo magistral de los tiempos de La Moncloa.
1 comentario
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En el clavo...follow the money. El misterio no es tan insondable...que no se sondee es otra cosa. Los políticos se ayudan entre ellos, a costa de los pringaos. La democracia es dos lobos y un cordero, votando que habrá de comida. Sin contar con que la mayoría de esos "indepes" lo son porque obtienen cuantiosas monedas de plata con las que vivir del cuento, que no de otra cosa se trata y se ha tratado todos estos años. Bolsas de basura llenas de Euros, o basura ideológica regada con euros...lo mismo dá.