No nos gusta que nos miren, ni que nos piropeen, no queremos daros nuestro teléfono ni nuestro nombre y mucho menos sentir vuestro roce en discotecas, plazas o transportes públicos. No nos arreglamos para vosotros, sino para nosotras, bailamos porque nos gusta, tomamos copas con nuestras amigas porque es divertido y queremos volver tranquilas a casa por la noche sin el miedo cosido a la tripa por si alguien nos sigue o aparece tras una esquina. Somos nosotras quienes decidimos si una falda es demasiado corta, un escote muy ceñido o un pintalabios demasiado rojo, y nadie puede considerar que nuestro gusto estético le lanza señales. Queremos tomar el sol sin ser el motivo de onanismo de nadie, publicar nuestras fotos en redes sociales como nos dé la gana y sonreír al mundo sin que esa mueca se considere una provocación.

Cuando somos amables no estamos invitándoos a nada, simplemente tenemos educación y tratamos a los demás con respeto, y si somos cariñosas en ningún caso os estamos invitando a lanzaros en pos de la mayor cobra de vuestras vidas. Incluso en los casos en los que tengamos una relación, de un día o de 15 años, pase lo que pase, estemos donde estemos y hayamos llegado donde hayamos llegado, un «no» es un «no», jamás será un «sí», y cualquier tipo de abuso, coacción o sometimiento es una violación, sin fisuras ni eximentes.

Por si alguien no os lo ha dicho, que te piten por la calle, que te silben, escupan palabras malsonantes, amenacen con hacerte de todo y otro tipo de tropelías no es agradable en ningún caso y solamente pone de manifiesto vuestro carácter animal y ordinario. Sé que habrá quienes, tras leer estas letras, como tantas otras, afirmen que, en el fondo, muy en el fondo, realmente todas somos iguales y que nos encanta sentirnos deseadas. ¿Porqué si no nos teñimos el pelo, nos maquillamos y nos gastamos tanto dinero en ropa y tratamientos de belleza? La respuesta no les va a gustar: por la misma razón por la que nos puede encantar leer, cantar, pintar o viajar, por placer y satisfacción personal. En mi caso, del mismo modo que no me ventilo dos novelas históricas por mes para presumir de ello, sino porque la lectura me hace feliz, no me arreglo cada día con ningún fin secundario; simple y llanamente porque me da la santísima y real gana y me gusta, ni más ni menos.

No somos todas iguales, del mismo que vosotros tampoco lo sois. Si hay algunas mujeres a las que le plazcan vuestras groserías y las consideren galantes, bien por ellas, pero ya os adelanto que a la mayoría no nos hacen ninguna gracia. Quienes hemos tenido la suerte de tener en casa modelos masculinos dignos de elogio, y hemos crecido en familias en las que el respeto, la igualdad y el amor eran el pan de cada día, sabemos que hay hombres que jamás acosarían a una mujer en ningún ámbito.

Lamento mucho si no os han inculcado esos valores, pero no es una excusa para no cambiarlos. Todos tenéis madre, y muchos de vosotros tenéis hermanas, hijas, pareja o amigas a las que no os gustaría que tratasen como un trozo de carne. Estoy segura de que no toleraríais que nadie las rozase con lascivia, las acorralara en un callejón, las amenazara, chantajeara o agrediera de cualquier forma. Entonces, ¿por qué consideráis que las demás sí lo merecen?

Para esos que siguen pensando que exageramos, vamos a hablar en datos: en la Unión Europea 62 millones de mujeres han sufrido violencia física o sexual, otros 62 millones la han padecido durante la infancia; 100 millones más han sido acosadas sexualmente, 80 han sufrido violencia psicológica y 10 millones han sido privadas de su libertad, incluso dentro de sus propias casas, según un informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE. De hecho, una de cada tres europeas ha sufrido abusos sexuales o agresiones. En el caso de acoso sexual, dicho informe sube hasta el 95 por ciento. Para evitar estos hechos, países como Holanda o Francia han anunciado que activarán leyes para penalizar el acoso sexual en la calle destinadas a coartar, tocando el bolsillo, a quienes toquen la moral a las mujeres, mientras que aquí, en casa, el Consell d'Eivissa y varios ayuntamientos de la isla han puesto en marcha una campaña para difundir la iniciativa ‘No es no' contra esta lacra.

No pretendo convencer a quienes no saben escuchar y viven en un mundo primitivo donde sus deseos e instintos primarios están por encima de su educación, moral, respeto y nobleza, pero sí a todas aquellas mujeres que justifican, encubren o toleran esas actitudes. Por eso, léeme bien, escúchame bien, respira, cierra los ojos y ahora ábrelos: no estás sola, una agresión es siempre una agresión, tú nunca tendrás la culpa y siempre estaremos a tu lado. #Yotambién #Nosomostrozosdecarne #Noalacososexual #NoesNo