Sin embargo, no todo es trigo limpio porque el turismo de borrachera y el que viene a consumir estupefacientes ha ido ‘in crescendo' desde hace mucho tiempo. Y una prueba es que la Guardia Civil denunció a 49 conductores por drogas y más de 65 por alcoholemia y me refiero, naturalmente, a lo que ha sucedido hace pocos días con el cierre por fin de temporada de varios establecimientos de ocio. Y más bien pronto, también sabremos cuántas personas han tenido que pasar por Urgencias del hospital Can Misses por haber consumido drogas.
A mi entender, para que el turismo nocturno pueda convivir con los residentes y el turismo familiar parte de la solución pasa por reducir al mínimo los volúmenes musicales y acabar con los decibelios altisonantes. Es decir, habría que instalar equipos de control de manera que se cumplan las ordenanzas municipales para evitar el tormento de los vecinos y evitar llamadas a la policía. Al mismo tiempo, habría que insonorizar a todos los establecimientos de ocio incluyendo a los beach clubs y a los chiringuitos de las playas. Y no podemos olvidar a los ‘party boats' que navegan por el litoral con un estruendo musical impresionante y puesto que la contaminación acústica tiene lugar en el mar, la Ley del Ruido dice que corresponde al Estado su control. Es decir, si no voy errado, la tarea corresponde a la Delegación del Gobierno y a la Guardia Civil del Mar.
Por otra parte, la ley ha de controlar los aforos y los horarios y castigar con sanciones a los infractores para que se respete el orden público. Al mismo tiempo, cabe felicitarnos porque los Cuerpos de Seguridad del Estado persiguen con éxitos frecuentes a los vendedores de drogas y a los camellos que pululan en torno a los establecimientos de ocio. En suma, no hay que demonizar al ocio nocturno, pero sí a todo el “paisanaje” que se mueve a su alrededor.
1 comentario
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Tienes toda la razón. Hace años ya existía un horario nocturno para discotecas y salones de sociedad que obligaban a su cierre a una hora prudencial que a todos nos parecía muy pronto porque nos gustaba bailar y los bares, cafeterías y chiringuitos igualmente. Volver a imponerla y se evitarían males mayores. Un abrazo Nito de Alfonso y Berta