Por 366 votos a 268, la Cámara de los Lores ha adoptado una enmienda laborista tendente a que el Parlamento tenga la última palabra en la negociación de salida del Reino Unido de la Unión Europea. El Gobierno se opuso a dicha enmienda argumentando que dañaría «el interés nacional» al dificultar las negociaciones de salida. Sin embargo, la apoyaron Michael Heseltine, antiguo viceprimer ministro conservador, junto con lores conservadores, laboristas, liberales e independientes. Al mismo tiempo, por una amplísima mayoría de 336 a 131, ha rechazado otra que contemplaba la celebración de un segundo referéndum.
El proyecto de ley será devuelto al Parlamento con una enmienda que forzará a May a someter a voto su propuesta de salida y otra para garantizar los derechos de los ciudadanos europeos; aún así, los parlamentarios podrían rechazarlas, con lo que el proyecto de ley volvería a la Cámara de los Lores, que podría terminar por aceptar la supremacía de la de los Comunes … o no.
Lord Forsyth afirmó que las enmiendas tratan de atar de pies y manos al Gobierno para impedirle alcanzar un acuerdo de salida y abandonar la Unión. Sin embargo, otro antiguo ministro conservador, Douglas Hogg, lo negó vehementemente al afirmar que «el árbitro del futuro de nuestro país debe ser el Parlamento y no el ejecutivo».
Cada vez queda más claro el ejercicio de irresponsabilidad que llevó a cabo el mediocre Cameron al convocar un referéndum de salida. Doce lores conservadores han roto la disciplina de voto de su partido y han sido inmediatamente desposeídos de los cargos que hasta ahora desempeñaban.
Así las cosas, leo en la prensa alemana que la Oficina Europea Antifraude calcula en dos mil millones de euros la deuda del Reino Unido por fraude masivo en importaciones de textiles y zapatos de China por debajo de su precio que no fueron impedidas por las autoridades británicas y recomienda a la Comisión que los reclame por haberse utilizado «facturas ficticias y falsificadas y declaraciones de aduanas incorrectas entre 2013 y 2016» utilizadas por auténticas bandas de delincuentes con ramificaciones en toda Europa. Si se considera la pérdida de ingresos por IVA, la suma defraudada alcanzaría los 3,2 miles de millones de euros.
Es difícil imaginar que las negociaciones UK-UE puedan llevarse a cabo en un clima de entendimiento; menos aún que alcancen un resultado viable. Conociendo la capacidad negociadora de la diplomacia británica, supongo que para la Unión resultará una pesadilla interminable. El tiempo lo dirá.
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