El Mare Nostrum guarda un perfume afrodisio gracias a la gozosa influencia del vino, el dorado aceite de oliva, los versos amorosos y las filosofías hedonistas. Los bárbaros siempre anhelan invadirnos, a menudo lo consiguen, e incluso mandan en nuestras instituciones con la negligencia del bolas triste que peca de acedía o la demagogia barata del populista que aspira a sofista (cada vez más fácil con el actual listón del más bajo denominador común).
El dinero que manejan es peligrosísimo pues adolecen de un mal gusto horripilante. Sangran con impuestos de Shylock y luego lo derrochan como sátrapas, pero habitualmente no benefician a nadie salvo al comisionista de turno. Pretenden arreglar lo que funciona, pero no se meten con lo que está roto.
Actualmente el paisaje pitiuso está en peligro por causa de su desidia. Con nocturnidad y alevosía organizaron un safari caprino en Vedrá (cuya crueldad espantaba al verdadero cazador que ama la naturaleza), pero han sido del todo incapaces para hacer frente a verdaderas amenazas ecológicas como son la invasión serpentina (a este paso no serán lagartijas las que mordisqueen el dedo gordo de las soleadas turistas sino culebras de récord) y la actual bacteria contagiosa que destroza los olivos.
La misma plaga que ha aniquilado miles de olivos en Apulia amenaza actualmente las Pitiusas. ¿Será una plaga originada por la presencia creciente de la lengua bífida? El olivo es un árbol sagrado que simboliza la paz y la prosperidad. El aceite pitiuso es sublime, pero los burrócratas son criaturas de mantequilla.
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