Hace cuarenta años que la chica Bond más sexy de la historia, Ursula Andress, se marchó llorando de Ibiza porque su casa de Es Cubells se deslizaba como por arenas movedizas hacia el mar. Hoy vería que además llueven pedruscos considerables, que caen de un acantilado donde se ha construido demasiado y sin respeto a un terreno altamente inestable. A los ibicencos no les sorprenden tales desprendimientos, que han cortado la carretera y amenazan numerosas casas.
Hay que conocer el pasado para no caer en errores presentes. La terraza del Montesol, con su solera y camareros de toda la vida que sabían servir una copa como Dios manda (trayendo la botella a la mesa sin medidas anglocabronas), fue como mi segunda casa hasta que lo adquirió la cadena Hilton. Estuve hace unos días tomando un aperitivo, acompañando a una dama. Cuando ella pidió unas almendras, un maître respondió que eso era cosa del pasado. Solté una carcajada ante semejante tontería. Esas tostadas almendras «del pasado» eran deliciosas y armonizaban divinamente con el gin-tonic. Pero bueno, todavía están en rodaje, las obras de Vara de Rey les deben haber vuelto locos, y confío que irán puliéndose.
En San Antonio Vicent de Kantaun organiza el Campeonato Mundial de Arroz de Matanzas. La cogorza general de Portmany es antológica. Hay una alegría formidable y una rivalidad corsaria por hacerse con el botín del premio. Música en vivo y sabor ancestral, hermosas al.lotas y vino dionisiaco. No hay cursis ni abstemios ni veganos a la vista. La Ibiza antigua todavía existe y es un verdadero placer.
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