A la guerra entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón a cuenta de Vistalegre II y el follón que tienen en Podem Illes Balears, con Alberto Jarabo lazando órdagos a sus socios de PSIB y Més para que el presidente del Parlament sea Balti Picornell (cuando según David Abril, la única que genera consenso es Laura Camargo, lo cual significa que los otros 7 no lo generan, incluyendo a Aitor Morrás), ahora se suma el debate interno de Podem Eivissa. Entre los que quieren mandar el pacto que les une con la FSE-Eivissa a hacer puñetas, dimitir de todos sus cargos -acto de heroicidad como nunca se ha visto antes- y pasar a la oposición para desgastar a los socialistas y ser la fuerza más votada en las próximas elecciones autonómicas. Es natural que tras 18 meses de legislatura se haga balance del grado de cumplimiento de los acuerdos alcanzados en su día con los socialistas, pero no es admisible someter al Consell d'Eivissa a tensiones innecesarias solo por un cálculo electoral o de estrategia política absolutamente ajeno al interés general. Los acuerdos están para cumplirlos o para romperlos, pero no se pongan a marear generando incertidumbre y crisis artificiales, porque al margen de los desacuerdos puntuales, los consellers insulares del PSOE y Podem están bastante a gusto trabajando juntos. Y de eso es de lo que se trata, de trabajar juntos ya que no hay mayorías para hacerlo en solitario. Pero está claro que en Podem hay gente cuyo discurso y forma de actuar no es la de construir, sino la de criticar y destruir. Y así, más vale que se vayan porque ahora no están en la oposición ni en el activismo, sino gobernando y gestionando, tomando decisiones compartidas. Al menos Viviana de Sans ha tenido la habilidad de hacer que los que no entienden esto, como Sánchez-Tirado y Morrás, se aparten y no estorben.