Qué difícil es estudiar en las Pitiusas! La voluptuosa naturaleza invita a la escapada y semeja un pecado panteísta asistir a clase cuando puedes estar nadando en las aguas esmeraldinas o pasear junto a la al.lota de cuya piel de melocotón te diste cuenta cierto día, cuando despertaste súbitamente a la sensualidad rasgando el velo de la inocencia. ("La primavera ha venido. Nadie sabe cómo ha sido".)
Es entonces cuando el adolescente a la Huckelberry piensa, sin haber leído a los clásicos, que la verdadera escuela es la vida misma; cuando despierta su hambre por la poesía y se da cuenta de lo fabuloso que es pensar por uno mismo. Mágica experiencia que logra la máxima aspiración del profesor de vocación auténtica: que sus alumnos sean libres.
Aunque no todos se dedican a los tan instructivos como deliciosos juegos prohibidos. Hay demasiados esclavos que no saben hacer poesía y optan por asépticas relaciones cibernéticas, colarse en publicitado garito electrónico o el onanismo de la estúpida televisión. ¡Ah, si en la escuela les mostraran los avatares de Edmundo Dantés, la ambigüedad de Long John Silver (en vez de tanto coñazo existencialista, enemigo de la vida, que provoca alergia lectora desde el principio), el gozo de los ritmos clásicos, luminosa filosofía más allá de la paja mental…!
Pero Baleares es la comunidad con peores resultados educativos de Europa. Que los estudiantes consigan trabajo fácil en el sector servicios es una causa, pero también el método y el absurdo pollo lingüístico son motivo de escasa motivación en todas las partes. Un desastre muy peligroso.
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