Apenas tenía 15 años cuando la banda terrorista ETA asesinó en Andoain al activista de izquierdas y columnista José Luis López de Lacalle, que en el año 2000 escribía en El Mundo. Ya entonces por mi cuerpo circulaba a sus anchas el veneno del periodismo, pero todavía no era consciente del poder que tenían las palabras y lo mucho que fastidiaban a los radicales que no aceptan que alguien piense distinto a ellos. También recuerdo perfectamente el día que el periodista Gorka Landaburu recibió en su domicilio un paquete bomba que le provocó la amputación de varias falanges. Fue un año después del atentado que acabó con la vida de López de Lacalle. Casi cinco años después del cese definitivo de la violencia de ETA, muchos no se acordarán que durante los primeros 30 años de la era democrática en este país los atentados de la banda terrorista formaban parte de nuestro día a día. Y que cualquiera que estaba en contra de las ideas de los terroristas, eran un objetivo potencial. Políticos, policías, guardia civiles, militares, jueces, funcionarios, periodistas y gente de a pie fueron víctimas de los terroristas. Y sus familias. También creo que hoy, días después de la liberación de Arnaldo Otegi, es de justicia recordar que ETA no se rindió por voluntad propia, sino que fue la acción continuada de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado la que ahogó a los terroristas que, por cierto, todavía tienen que entregar las armas. Sin matices y sin excusas. En democracia las ideas se defienden en los parlamentos y los ciudadanos ejecutan su voluntad en las elecciones. No hay otra alternativa.
OPINIÓN| Juan A. Torres Escandell
López de Lacalle
Eivissa04/03/16 0:00
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1 comentario
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Molt encertat, JAT. Hauríem de tenir en compte, però, les quatre dècades de dictadura ‘amable’ que va propiciar la mort de milers d’innocents (una volta ja acabada la guerra civil). Aquests morts, un sistema judicial que sols donava empara als feixistes vencedors i l’intent d’extermini de qualsevol llengua i/o cultura que no sués espanyolitat pels quatre costats, van ajudar (potser) a que ETA prengués forma. Després, la cosa va anar degenerant, però l’ajusticiament de paios com en Melitón Manzanas, torturador reconegut, d’en Luis Carrero Blanco i d’altres personatges per l’estil, potser no serien del tot censurables. Com ja he dit, ETA va degenerar d’organització armada cap a organització mafiosa, a l’estil de cert ppartit estatal els darrers anys a València i voltants, però amb més taques de sang. Cert és, també, que hi ha molt presos polítics bascos als penals espanyols pagant pels seus delictes i (per cert) ben allunyats de les seves famílies. I cert és, també, que pagar amb sis anys de presidi per intentar refer Batasuna és una vexació, sobretot mentre hi ha senyors ‘X’ tacats de cal viva voltant pel mon i gaudint de sous extra com a consellers de les energètiques. La justícia ha de ser com la calefacció; o ens escalfem tots o l’estufa al riu! Salut