Señores, a escasos momentos de que comience oficialmente el carnaval en Eivissa levanto mi copa y brindo por unas ruas tranquilas y en paz. Sé que suena un poco raro brindar por esto, pero lo hago. Es más, aprovecho para hacer un llamamiento a grupos, asociaciones, academias, vecinos, colegios o personas individuales para que todo se desarrolle con normalidad, sin malos rollos y sin denuncias como las que se produjeron hace algunos años y que obligaron a que se retrasara la decisión final de los ganadores durante unos meses.
Entiendo que muchos de ustedes me dirán que los premios que aportan los ayuntamientos son cada vez más jugosos económicamente y que llevan meses trabajando intensamente para que todo luzca perfecto durante las ruas. Y entiendo, aunque no comparto, que por eso la frase de «lo importante es participar» ha quedado completamente desfasada. Es más, respeto que muchos de ustedes me acusen de no estar ahí tarde tras tarde, esforzándome en cada ensayo, en cada puntada de los trajes o en cada clavo de la decoración de una carroza. Sí, tal vez lleven razón y seguramente hablo sin conocimiento de causa. Sin embargo, como ya he trabajado en algunas ruas en mi vida y además tengo un corazon algo idealista, permítanme decirles que para mí las ruas son originalidad, diversión y colorido y no el demostrar quien es el que la tiene más grande y quien es más espectacular. Y por supuesto, para mí el carnaval es una fiesta en la que no hay que estar pendiente de lo que haga el vecino ni lo que se diga en ciertos artículos de prensa para después acusar a ciertos periodistas «de estar comprados». Señores, ya lo dijo Celia Cruz, la vida es un carnaval y por ello, por favor, disfrutémoslo y tengámoslo en paz. Muchas gracias.
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