Nació de un parto prematuro, en una época prematura y en tiempos revueltos, como siempre lo fueron las épocas revueltas, porque si no lo fueran, serían tranquilas y pachorras, y los telediarios ya hubieran sucumbido a los intereses de la humanidad, que siempre tiene por objeto ofrecer la cara mala de la vida, y no lo bueno que de ella existe; a pesar de las advertencias de sabios tan importantes como lo fueron entrenadores de la ilusión como Van Gaal, con aquella famosa frase que pocos conocen pero que yo les transcribo, y que decía así: «siempre negativos, nunca positivos», que bien podría haber acabado por convertirse en el lema de cualquier partido político de los de ahora, siendo estos igual de positivos que en la serie televisiva ochentera «chicas de hoy en día», en la que los tíos iban marcando paquete al más puro estilo de los Village People, y las mujeres llevaban hombreras, rizos y greñas imposibles, de la misma forma que las barbas de los hipsters -suena a monsters-, como los/las que ahora vuelven a ponerse de moda en los corrillos del Congreso de los Diputados, y exactamente de igual modo que hoy también lo están las redes sociales, no desde hace mucho, porque como ustedes ya saben, antes, lo más parecido a una red, era lo que utilizaban nuestros denostados y frustrados hombres de la mar (ahora, también hay mujeres de la mar al igual que hay miembros y «miembras», imagino que por eso de la cuota de los partidos de izquierda, que da la sensación de que miran más hacia abajo para saber si es del sexo femenino, que al cerebro de las mismas, que es lo que realmente las distingue por su inteligencia, siendo la misma, inconmensurablemente incomparable a la de cualquier hombre que por definición lleva pirindolo),
Y así! Y en toda su inmensidad, la criatura nació de ese parto, no desde luego sin dolor, como así lo fue, para el resto de partidos que veían como un nuevo elemento (nunca mejor empleada la palabra en toda su amplitud), les disputaba la herencia que mamá democracia había repartido entre todos sus vástagos, y que ya creían a salvo de disputas, toda vez que el reparto ya les iba bien, pues según los tempos, ejercía el poder uno y otras, el otro, y así, se las prometían muy felices, por los siglos de los siglos, como hubiera dicho el mejor de los capellanes en la peor de sus misas, quedándose tan ancho.
OPINIÓN | Enrique Moreno Torres
El quinto elemento
Eivissa24/01/16 0:00
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