Los santos, como me gusta decir muchas veces, son personas que han vivido de acuerdo con las enseñanzas del Evangelio, convirtiéndose así en maestros y modelos para la humanidad y ahora, concluida su peregrinación en esta tierra, son poderosos intercesores a favor nuestro. Vamos a recordar, pues, en este artículo algunas cosas de San Antonio para que su vida influya en la nuestra, en la de cada uno, y él interceda por nosotros desde el cielo.
Conocemos el relato de su vida, transmitido principalmente por la obra de san Atanasio, presenta la figura de un hombre que crece en santidad y lo convierte en modelo de piedad cristiana. Nació en Egipto hacia el año 250, hijo de acaudalados campesinos. En su juventud, Antonio se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que escuchó durante la Santa Misa: «Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes, y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo: ven después, y sígueme.» (Mateo, 11, 21). Y como tiene que ser, las Palabras de Dios no son para olvidarlas sino para ponerlas en práctica. Y eso es lo que hizo San Antonio.
Al morir sus padres, San Antonio entregó su hermana al cuidado de las vírgenes consagradas, distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto, donde comenzó a llevar una vida de penitencia. Hizo vida eremítica en el desierto, junto a un cierto experto llamado Pablo. Después vivió junto a un cementerio, siendo testigo de la vida de Jesús que vence el temor a la muerte.
Organizó comunidades de oración y trabajo. Pero prefirió retirarse de nuevo al desierto. Allí logró conciliar la vida solitaria con la dirección de un monasterio. Viajó a Alejandría para apoyar la fe católica ante la herejía arriana.
Tuvo muchos discípulos; trabajó en favor de la Iglesia, confortando a los confesores de la fe durante la persecución de Diocleciano, y apoyando a san Atanasio en sus luchas contra los arrianos. Una colección de anécdotas de su vida demuestra su espiritualidad evangélica clara e incisiva.
Murió hacia el año 356, en el monte Colzim, próximo al mar Rojo. Se dice que de avanzada edad pero no se conoce exactamente su fecha de nacimiento. Para nosotros, San Antonio Abad encierra un mensaje válido y actualísimo: el apartarse del mundo estando en el mundo continúa siendo un desafío: el del seguimiento extremo de Cristo, el de la confianza irrestricta en el poder del Espíritu de Dios., sin que nada pueda impedir ese seguimiento.
La vida de este santo ha sido fuente de inspiración para muchos fundadores de órdenes monásticas y su mensaje de confianza ilimitada en Dios sigue siendo actual. Ante las tribulaciones que le venían, bien sea de las tentaciones que el demonio le presentaba o bien de su anhelo de soledad frustrado por la gente que lo buscaba, supo mostrarse siempre alegre, precisamente por su confianza en Dios. Esta virtud fue, tal vez, una de las más vividas por San Antonio y que solía animar a todos a pedirle continuamente a Dios en su oración.
Y otro punto fundamental de su doctrina era la meditación de los novísimos (la muerte, el juicio, el purgatorio, el infierno, el cielo, …).Según este Santo esta contemplación fortalece el alma contra las pasiones y el demonio. Si viviésemos, decía, como si hubiésemos de morir cada día, no pecaríamos jamás. Y esta oración debe ir acompañada del sacrificio, la humildad, el amor a los pobres, la suavidad de las costumbres y, sobre todo, de un ardiente amor a Cristo.
Es tenido como Patrón de tejedores de cestos, fabricantes de pinceles, cementerios, carniceros, animales domésticos. Que al celebrar este año su fiesta, sea un Maestro para nosotros.
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